Esta es una frase del Cantar del Mio Cid que viene que ni pintada. Hacía ya bastante tiempo que no usábamos el blog para hablar
y comentar sobre las cosas del diario que nos llaman la atención. Andábamos muy ajetreados intentando arreglar la profesión. Pero la situación necesita una "paraíta" y una reflexión.
En
los últimos meses se ha gestado un cóctel de impredecibles consecuencias.
Por un lado tenemos la fase final de un faraónico, carísimo, aunque
bienintencionado proyecto del SSPA para unificar todos los sistemas de
información (Gerhonte, Jupiter, APD, etc) a la vez que se crean plataformas provinciales de compras y logística para mejorar la eficiencia y reducir costes. En la provincia de
Cádiz nos ha tocado esta primavera. Y claro, montar una plataforma logística
a la vez que se mantiene el funcionamiento de los almacenes de cada uno de los
centros locales (5 hospitales) no debe ser demasiado fácil (aunque con
previsión tampoco debería haber sido demasiado tortuoso). Varias pruebas,
varios cursos, varios manuales, muchas reuniones y algún intento fallido se han sucedido en
estos meses. Hasta que hace más o menos un mes echó a andar.
Por otro lado tenemos una crisis económica como no hemos
conocido antes que está provocando tantas noticias de recortes y medidas de reequilibrio financiero que ya son parte de nuestro día a día.
Y en el último extremo tenemos un estamento intermedio
cuasi analfabeto digital (afortunadamente hay muchas excepciones) al que, de un plumazo, han cambiado las normas y costumbres
y al que manejar holgadamente SIGLO le ha costado casi lo mismo que aprender chino. Y en este mismo bloque tenemos unos equipos directivos a los que SIGLO directamente les ha venido muy grande, ya que estaban relajados con sus
procedimientos de compras, sus incontrolados stocks y sus almacenes locales.
Y en una organización tan compleja como la nuestra, tan
acostumbrada a seguir trabajando como siempre aunque se cambien los sistemas,
no podía esperarse otra cosa más que el caos. Pero este caos redunda directamente
en la calidad de la asistencia. Porque el desabastecimiento de productos de
primera necesidad solo se traduce en eso. Y es que en los hospitales del AGSCG faltan vasos, cucharillas,
servilletas, compresas, gasas, guantes, pañales, etc. Incluso es asunto de conversación pública.
Y como suele ser habitual en nuestro sistema, nadie es
responsable. Le preguntes al responsable que le preguntes nadie es responsable
(que no es igual que irresponsable). La culpa siempre es de otro.
Y los trabajadores, que tienen que buscar la argumentación
más entendible para explicar a los usuarios el porqué de las recientes
carestías, usan los recortes y la crisis como fundamento. Hablar sobre la
irresponsabilidad de los irresponsables es muy complejo, cansino y difícil de entender para alguien ajeno al sistema.
Con lo que la organización, lejos de dar la imagen de modernidad
y de eficiencia que debería haber sido el ROI de esta millonaria inversión, da
justo la imagen contraria.
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