lunes, 10 de febrero de 2020

No disparemos al pianista


Estos días se ha creado un gran tumulto en torno a la sentencia 344/2019 del Tribunal Superior de Justicia de Navarra por demanda del @SMedicoNavarra contra la Gobierno Foral de Navarra, SATSE y Colegio de Enfermería. 

Una sentencia, otra más después de las de Andalucía, Madrid y Castilla León, que vuelve a decir que las enfermeras no podemos dirigir equipos multidisciplinares entre los que estén médicos porque no tenemos capacidad legal para ello.

Da igual que se pongan ejemplos de centros dirigidos por enfermeras que funcionan a las mil maravillas. Incluso da igual que este sea el año del #NursingNow...

Da igual que una enfermera pueda llegar a ser doctora y que tenga más créditos universitarios cursados que muchos médicos (incluso con sus años de grado, master y MIR),  da igual que tenga formación especializada en gestión y una dilatada experiencia dirigiendo equipos y centros, ella seguirá siendo A2 y el médico A1. 

La realidad es que el problema está en las normas y en su falta de adaptación a los tiempos actuales. No nos organizan por competencias sino por los criterios que marcan las leyes citadas antes.



Es decir, igual que un funcionario A2 no puede ser director general (posiblemente esto no lo sepa todo el mundo), las normas que regulan el acceso a la función pública y organizan las profesiones sanitarias en los centros aun establecen diferencias entre licenciados y diplomados - aunque estos en la realidad del 2020 ya no existan - y, como se puede leer en el artículo 6.1 de la LOPS, siguen estableciendo funciones exclusivas a los primeros.

Por eso, la sentencia nos podrá parecer casposa, anticuada y no conforme a la realidad actual postBolonia, pero es lo que hay.

Podemos saciar nuestra frustración contra los miembros de los tribunales de justicia (de éste o de los que vengan) aunque la realidad es que juzgan conforme a las leyes vigentes. Podemos cargar tintas contra los miembros de los colegios médicos que van al juzgado cada vez que ven a una enfermera dirigiendo un centro sanitario o un cambio normativo que trate de legalizar esta situación pero, por muy rancio o clasista que nos parezca,  lo que hacen es actuar de lobby del colectivo que representan.

Podemos despotricar todo lo que queramos en redes sociales y sentirnos, por enésima vez, vilipendiados y maltratados.


Pero lo que verdaderamente toca es mirarnos el ombligo y como dice Jose Ramón Martinez-Riera en esta magnifica entrada, trabajar en el cómo y no en el qué. El tema es cuándo vamos a dejar de llorar y vamos a ponernos en serio a  cambiar esto y exigir a los que nos representan que se dejen de campañas de recogidas de firmas, de autobuses serigrafiados y de fotos adhiriéndose a campañas que no van a cambiar esta situación.

Urge una modificación y adaptación de la LOPS, del EBEP y del Estatuto Marco a la realidad actual... y detrás de eso una adaptación de cada norma autonómica. Urge que dejemos de ser ATS/DUE en las clasificaciones profesionales de las diferentes consejerías y entes sanitarios.

La verdadera cuestión es ¿qué han estado haciendo nuestros representantes desde 2010 para hacer todo esto y tratar de adaptar esas normas a la realidad actual?

Es significativo que estos días Rodrigo Gutierrez, Director General de Ordenación Profesional del Ministerio, se haya mostrado más sensible y haya criticado la sentencia con más dureza que el propio Consejo General y el sindicato mayoritario (ni un triste tuit). Dice mucho de él y muy poco de nuestros representantes.

Así que no disparemos más al pianista, no gastemos energías en eso, y exijamos a nuestros insignes representantes que hagan su trabajo o mejor, cambiémoslos.


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