Este es el tercer año que Serafín y Antonio J. nos invitan a participar en su iniciativa por la Visibilidad de los Cuidados de Enfermería #24h24p, esta vez para hablar de lo que se ve y lo que no se ve. Y, sinceramente, este es el post que más trabajo nos ha costado escribir de las 3 ediciones.
Es indiscutible que hay una parte muy importante del trabajo que realiza enfermería que aún no es visto ni valorado por la sociedad pero, a estas alturas de la película, la verdad estamos un poco cansados de que la profesión siga lamiéndose las heridas hablando de lo mal que nos tratan, lo poco que nos valoran y lo distorsionada que está nuestra imagen en los medios.
Independientemente de que, como hemos comentado, todo esto sea verdad y que en parte tenga una explicación racional (algunos artículos de Jose Miguel Morales y Juan Carlos Morilla o la Tesis de Emilia Aparicio pueden dar muchas respuestas), creemos que ha llegado el momento de entonar un sonoro y definitivo "mea culpa" que sirva, a su vez, como punto de inflexión.
Aprovechemos la oportunidad que nos dan iniciativas como ésta para, como colectivo, hacer un esfuerzo por tener un papel más proactivo abandonando el "plañiderismo servilista" tan propio de la profesión.
Un esfuerzo que pasa necesariamente porque cada una de las enfermeras individuales de este pais aumente su "hambre" de profesión a través de 3 aspectos.
2. Aprender a decir "no" como ya dijimos hace años en este post. Para poder cumplir el punto anterior se hace necesario que la profesión en general, y cada uno de los profesionales enfermeros individualmente, aprenda a decir "no" ante tareas y procedimientos habituales, rutinarios y/o protocolizados que hacemos a diario pero que no aportan valor a nuestra labor. Se hace necesario que la enfermera de base aprenda a priorizar evaluando continuamente qué partes de su actividad diaria son más importantes, relegando a un segundo plano e incluso dejando de hacer aquellas que no suponen una mejora en la calidad de los cuidados que presta. No decimos con esto que haya, por norma, que dejar de "tomar la tensión por turnos" pero sí que dejemos de hacerlo si ello no aporta valor y si para ello hay que dejar de valorar el dolor de otro paciente, valorar el riesgo de aparición de úlceras por presión o atender el proceso de muerte.
3. Crecer profesionalmente a través de tener y, definitivamente, asumir más responsabilidades. Es imposible desarrollar los dos puntos anteriores si enfermería sigue autoconsiderándose una profesión de segunda. Para cambiar esto, enfermería debe tener un papel mucho más activo, participando en las tomas de decisiones y en el diseño de los protocolos o circuitos asistenciales. Incluso puede asumir el liderazgo en los nuevos retos a los que tiene que enfrentarse el sistema sanitario más pronto que tarde. Pero para que enfermería pueda querer más y pueda asumir más responsabilidades, la profesión debe volver a la senda (en estos años esta senda se ha ido abandonando) de la formación postgrado como proceso contínuo sustentado en la mejor evidencia posible y en nuestra propia taxonomía NNN. Los recientes cambios en las titulaciones universitarias, la gran oferta formativa de calidad y la posibilidad de acceder al doctorado sin necesidad de hacer puentes a través de otras titulaciones como Antropología, es una oportunidad que no podemos dejar pasar.
Hasta que la profesión no asuma que debe cambiar los estandarizados roles actuales mediante la incorporación a nuestra práctica diaria de estos tres elementos, nuestra actividad seguirá siendo tan importante y relevante como invisible.
Y no podemos dejar ni podemos esperar que sean nuestros "popes" los que lo hagan. Observando con perspectiva la evolución de la profesión en los últimos años, está claro que ellos no pueden o no quieren (por las razones que cada uno considere) hacerlo. Ha llegado el momento que el cambio lo inicien los profesionales de base convencidos de que ha llegado el momento de hacerlo.