sábado, 29 de octubre de 2016

Akelarre Enfermero #FanzinEnfermería


Soy de la promoción del 95 por lo que ya hace más de 20 años que terminé la carrera. Empiezo a ser lo que se conoce como una vieja enfermera vieja (que no es lo mismo que una enfermera vieja).

Para ser justo, en estos más de 20 años, algunas cosas han cambiado o muestran atisbos de que pueden cambiar: Bolonia, el grado y el acceso al doctorado; la prescripción o, al menos, su debate; el acceso, aunque sea precario, a puestos de gestión; el reconocimiento, aunque a veces pueda parecer anecdótico, a algunas enfermeras.

En la mayoría de estos casos hemos hecho poco como colectivo para que pasen y han sido más por imposiciones externas, por una oportunidad económica o por la realidad social.

Pero hay otras muchas cosas que apenas han cambiado, no han cambiado nada o ni siquiera se debaten: La impenitente oligarquía de las élites universitarias y colegiales (si a éstas se les puede llamar élites sin sonrojarse), la escasísima presencia de enfermeras en los órganos de decisión de los diferentes servicios de salud, la violencia horizontal instigada en muchos casos desde las estructuras intermedias de gestión, la irreconciliable distancia y asincronía entre la realidad académica, la carrera profesional (léase especialidades y su escuálido desarrollo) y la realidad laboral y así un infinito etcétera.

Por este motivo, aunque la mayoría de las conversaciones de enfermeras con enfermeras siguen siendo de cosas del diario de cada control de enfermería, cada vez hay más conversaciones, no solo en la red, que plantean la necesidad de hacer un debate profundo sobre la profesión, un debate sin cortapisas donde participen todos los actores posibles y desde todos los ámbitos de nuestro amplio espectro profesional para tratar de actualizar la enfermería española. Una especie de congreso refundacional.

Pero yo quiero ir más allá. Yo creo que, llegados a este punto, y siguiendo la propuesta contracultural de este FanZine, lo que habría que hacer es, utilizando terminología informática, “un restaurado a modo fábrica”. Una especie de volver a empezar de cero. Una especie de reinvención, un reinicio que nos permitiera generar nuevos sustentos ideológicos, políticos y filosóficos mucho más cercanos a la realidad del mundo del siglo XXI y que, a su vez, nos permitieran generar nuevos referentes en todos los ámbitos.

Obviamente, si la primera opción es casi imposible en el panorama laboral, territorial y sociopolítico de la enfermería española, la segunda opción no es más que una ensoñación.

Así que, defenestradas las dos opciones sensatas, solo nos queda tratar de arreglar la profesión vendiendo nuestras almas al diablo.

Quitémonos las cofias, los mandiles y todo lo blanco, puro y divino de nuestros cuasimonacales uniformes para lanzarnos con los brazos abiertos al averno. 

Nadie va a discutir que Florence Nightingale, Virginia Henderson, Dorothea Orem, Marta Rogers o Marjory Gordon son, de una manera o de otra, madres de la enfermería que hoy conocemos, pero todas ellas nacieron y ejercieron en un tiempo muy distinto a los actuales. Así que nada mejor que utilizar todas aquellas imágenes en blanco y negro que aún usamos para sustentar los pilares filosóficos de nuestra profesión para hacer una enorme hoguera purificadora.

Hagamos un enorme Akelarre simbólico que sirva para expiar nuestros veniales (o no tan veniales) pecados pasados con banquete y orgia incluidos… solo hacemos falta unas pocas brujas y, de esas, no faltan en esta bendita profesión.

Es posible que al amanecer el mundo haya cambiado para mejor: que al fin nos reconozcan como una profesión imprescindible en los sistemas sanitarios; que nuestras élites sean eso, las élites o que nuestro crecimiento académico y competencial vaya ligado al crecimiento laboral y profesional…

También es posible que no… pero ¡y lo bien que lo habríamos pasado!

Siempre podemos pensar que lo que hay que hace es ir a Zugarramurdi para que tenga efecto ¿quién se apunta al próximo Akelarre Enfermero?


Puedes ver el número completo de Noviembre 2016 del #FanzinEnfermería aquí

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martes, 18 de octubre de 2016

Just a Nurse





Las enfermeras sabemos de sobra que nuestra profesión es una de las profesiones más infravaloradas cultural, social y económicamente.


Todos los que nos dedicamos a cuidar a los demás, algo tan inmaterial, sabemos que siempre saldremos perdiendo con nuestros compañeros médicos, que hacen cosas más concretas, más técnicas y en un entorno medico centrista.

Es una especie de pelea perdida de antemano.

En este blog siempre hablamos de que las enfermeras tenemos que hacer un esfuerzo suplementario en hacernos visibles. Tenemos que hacer un esfuerzo extra para que la ciudadanía nos valore más por lo que hacemos y que, en la mayoría de los casos, hacemos tan bien.

Eso es lo que ha hecho Caitlin Brassington, una enfermera australiana, en su muro de Facebook harta de que le digan que si es sólo una enfermera. Y se ha hecho viral.

Y por eso mismo, más aún que las palabras de Francino, nos han gustado las de Caitlin, que hemos traducido y que reproducimos a continuación, porque están escritas desde el corazón, desde el mosqueo de la falta de reconocimiento al trabajo diario y desde la desesperación de alguien que, si bien no espera un premio, valora un agradecimiento, como ella misma expone en esta entrevista en un medio local después del revuelo que sus palabras han creado.
Acabo de llegar a casa después de un turno horrible, con una pinta muy ordinaria con mi pijama de enfermera. En el camino a casa hoy, paré para comprar leche y me encontré con una conocida. Ella nunca me había visto con mi uniforme y me dijo que nunca se había dado cuenta de que “solo soy una enfermera”. Guau! Después de mis más de 18 años de carrera, he oído esta frase muchas, muchas veces, pero hoy me llegó... ¿Solo soy una enfermera?
He ayudado a traer bebés al mundo, muchos de los cuales necesitaron asistencia para dar su primera respiración y, aun así, solo soy una enfermera. He cogido sus manos y he garantizado la dignidad de pacientes mientras daban su último suspiro y, aun así, solo soy una enfermera.
He dado consejo durante el duelo a padres que acababan de perder a un hijo y, aun así, solo soy una enfermera.
He reanimado y he traído de nuevo a la vida a pacientes y, aun así, solo soy una enfermera.
Soy los ojos, los oídos y las manos de los médicos, con la capacidad de evaluar, tratar y manejar vuestra enfermedad y, aun así, solo soy una enfermera. 
Puedo auscultar los campos pulmonares de un recién nacido y evaluar que pulmón puede tener un problema de ventilación y, aun así, solo soy una enfermera.  
Puedo educar a pacientes, cuidadores y a enfermeras noveles y, aun así, solo soy una enfermera.
Soy la defensora de mis pacientes en un sistema sanitario que siempre pone las necesidades de éstos primero y, aun así, solo soy una enfermera.
Me perderé el día de navidad, el cumpleaños de mis hijos o las funciones escolares para venir a trabajar y cuidar de las personas que quieres y, aun así, solo soy una enfermera.
Puedo sacar sangre, canalizar una via y suturar una herida y, aun así, solo soy una enfermera. 
Puedo manejar un paro cardiaco en un recién nacido, un niño o un adulto y, aun así, solo soy una enfermera. 
Te puedo decir la dosis de adrenalina o amiodarona ajustada al peso que tu hijo puede necesitar para volver a la vida y, aun así, solo soy una enfermera. 
Tengo la experiencia y los conocimientos que han salvado la vida de muchas personas. Así que, si solo soy una enfermera, entonces estoy ridículamente orgullosa de serlo.


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jueves, 6 de octubre de 2016

Se nos acaba el tiempo...

P

Es frecuente que coincida en muchas de las cosas que publican los amigos Iñaki González y Miguel Ángel Manyez. Nos conocemos desde hace tiempo y tenemos una visión parecida de muchas cosas.

Esta semana han publicados entradas que de alguna manera era lo que yo quería mientras escribía el borrador de esta entrada.

Cualquiera diría que desayunamos todos los días juntos.

Por un lado Iñaki nos habla en en esta entrada de Sobrevivirrhhe sobre un informe de Jose Ramón Repullo en el que se dan las 9 claves para conseguir el tan laureado "buen gobierno" de las organizaciones públicas a raíz del anuncio de la Comunidad de Madrid de crear las "Juntas de Gobierno" en los centros sanitarios.

Aparecen términos como transparencia, profesionalización, autonomía de gestión, competencias, cambio cultural... términos que, de tanto usarlos, suenan manidos aunque no porque estén presentes en todos los centros sino porque no paramos de hablar de ellos sin que ello suponga cambio alguno con respecto al modelo jerárquico, medico céntrico y politizado que tenemos desde hace años.

Y por otro Manyez no habla en su entrada de que no podemos transformar el sistema sanitario, por mucho que hablemos de transformarlo, si las normas que lo rigen, alguna con más de 30 años, siguen vigentes sin que nadie se haya planteado modernizarlas adaptarlas a los nuevos tiempos y a las nuevas reglas sociales.

Como bien dice, no podemos esperar que algo cambie mientras que los que deciden prefieran la comodidad de normas de hace 20 o 30 años ya que sólo pensar en cambiarlas o actualizarlas los haría moverse del sillón.

Y así estamos... en una especie de rueda que gira pero no se mueve. Los Baby Boomers, aquellos que parieron esas normas, no quieren que nada cambie y los de la generación X , los que crecimos con Naranjito, Barrio Sésamo y La Bola de Cristal creemos que el momento del cambio es hoy.

Lo que está claro es que mientras no cambiemos las cosas, y no parece que vayan a cambiar en el corto plazo, seguiremos cometiendo los mismos errores y cayendo en las mismas trampas.

Se nos caba el tiempo para que los cambios sean tranquilos y planificados.


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