Hoy, los lectores del blog, esperaran una entrada hablando de la entorne chapuza creada por los que nos representan entorno al tema del grado y la asimilación de la diplomatura, pero la grandísima Esther Gorjón lo ha hecho tan bien en este post que hay poco que añadir.
Nosotros queremos hablar de la reciente noticia aparecida en prensa y más concretamente queremos hablar de la situación que ha provocado la noticia.
Independiente de las connotaciones políticas que pudiera haber tras la noticia, el fallecimiento de dos personas en el pasillo de un servicio de urgencias debería ser motivo de preocupación para todos los que defendemos nuestro sistema sanitario.
Pero, tristemente, ésta es una situación que se barrunta demasiado en las conversaciones de pasillo de los hospitales como para hacernos saltar las alarmas. La típica frase "y tienen suerte de que no pase nada, porque cualquier día ocurre una desgracia..." no es tan infrecuente como para que la noticia nos saque del letargo en el que nos estamos alojando.
La cuestión es que, como dijimos en su día, se aproximaban malos tiempos para la sanidad en general y para la sanidad pública en particular.
Los ajustes de plantilla (despedir gente, no contratar, externalizar algunos servicios, no sustituir las bajas, no cubrir las bajas maternales o hacer contratos al 75% ES AJUSTAR LA PLANTILLA) no pueden traer otra cosa más que estrecheces y, cuando hablamos de atender a personas enfermas, las estrecheces no generan más que complicaciones para esas mismas personas en forma de listas de espera que se disparan, eternas esperas para ingresar, etc.
Diga lo que diga el político, director general o directivo de turno, es materialmente imposible que un menor número de profesionales atienda al mismo número de pacientes y, sobre todo, que los atienda con los mismos niveles de calidad que antes de estos ajustes, sobre todo porque la evidencia (en el caso de enfermería) dice exactamente lo contrario.
Llegados a este punto tenemos dos opciones.
Por un lado podemos sacrificar calidad y prestaciones y podemos, como han hecho algunas comunidades autónomas, reducir las carteras de servicio. Muchas han optado por cerrar centros, por externalizar a lo bestia, por reducir prestaciones o por otros modelos de gestión que lo que pretenden es reducir el peso del gasto asociado a los salarios de los trabajadores. Este no es el modelo de sistema sanitario que nos gusta porque rompe con lo de universal, público y gratuito.
Por otro lado podemos gestionar las mermadas plantillas para tratar de adaptarlas mejor a las crecientes necesidades asistenciales de una población cuyos males no entienden de crisis económicas. No es cuestión de reducir el número de contrataciones sino de dejar de hacer aquellas que aportan poco valor para fomentar aquellas que si lo aporten.
Pero aquí, que sería la solución razonable, la progresista y la que garantizaría la continuidad del sistema tal y como lo conocíamos, nos chocamos contra todos los estamentos, todas las representaciones imaginables y contra "los ratios", esa regla no escrita por la cuál mientras en las urgencias hay profesionales dejándose la piel en turnos de doce horas, en algunas plantas de hospitalización hay gente haciendo punto de cruz, gente durmiendo la siesta o, directamente, mano sobre mano.
Hasta que no seamos capaces de gestionar las plantillas, por ejemplo como nos dice este magnifico documento que compartió Miguel Angel Manyez, utilizando criterios como la severidad, la ocupación o el nivel de dependencia, no se puede decir públicamente (aunque la consejera lo haga) que nuestro sistema es Universal, Gratuito y que mantiene todas las prestaciones previas a la crisis mientras en los despachos se le da una nueva (y es la tercera) vuelta de tuerca al ya de por si raquítico capítulo I.
Y no se puede por una simple cuestión de aritmética. Esperemos que ahora que en el Servicio Andaluz de Salud hay una economista dirigiendo los designios de los profesionales encontremos alguna salida matemática.
Este post está dedicado a mi compañero Ildefonso (y a otros muchos abnegados profesionales) que se dejan los sesos para cuadrar los benditos cuadrantes mensuales en estas condiciones.
Este post está dedicado a mi compañero Ildefonso (y a otros muchos abnegados profesionales) que se dejan los sesos para cuadrar los benditos cuadrantes mensuales en estas condiciones.