Hay días en los que todo parece cuesta arriba. Hay días en los que da igual con el pie que uno se levante que todo empieza torcido. Hay días grises y tenebrosos. Pese a esto, trato de levantarme cada mañana con una sonrisa y trato de que ésta dure todo el día.
Hay días que es difícil mantenerla. Hay otros en los que es muy difícil. Otros en los que es muy muy muy difícil. Incluso hay otros en los que es casi un suicidio. Pese a esto, trato de acostarme cada noche con una sonrisa.
Son muchos los que me ayudan a diario a conseguirlo: lógicamente mi familia, tanto la que me soporta a diario (cuánto me soporta mi santa :P) como la que solo me soporta de vez en cuando o la que lo hace mucho más de vez en cuando por whatsapp o por facetime (qué bueno o qué malo han hecho las TICs para las familias). Pero también mi 50% y muchos compañeros de fatigas, conspiraciones y tribulaciones. Y obviamente también muchos de los dueños de las otras cientos de manos que están escribiendo un post como éste en este momento.
Todos ellos me sirven de estímulo para mantener la energía, el tesón y la determinación que pongo en casi todas las cosas.
Todos ellos me ayudan a levantarme con una sonrisa cada mañana y a acostarme con una sonrisa cada noche.
Espero hacer el mismo efecto en ellos. Recordad que, empiece como empiece, siempre puede ser un bonito día.
Disclamer: Le pedimos disculpas a nuestros lectores habituales. Ésta es una iniciativa del moñas de Iñaki y de la dulce Rut que rompe radicalmente con la línea editorial y la reputación de este blog. Pero por la sonrisa de un amigasho maaaatttooo!!!