Tengo unos cuantos amigos ingenieros, informáticos y arquitectos. Siempre he tenido una especial fascinación, en comparación con los profesionales sanitarios que somos seres muy caóticos y tendentes al desorden ordenado, a lo cuadriculados (desde el cariño), sistemáticos y lo ordenados que son.
En sus proyectos todo tiene un por qué, todo tiene un sentido, todo sirve para ubicar las cosas de manera sistematizada. En concreto, en el proyecto del nuevo hospital, me llamó poderosamente la atención cómo todas las estancias estaban totalmente identificadas con un código de 4 dígitos tanto en el plano como en el bastidor de cada puerta. Incluso las llaves estaban ordenadas así.
Obviamente, esos cuatro dígitos tenían un sentido, eran una especie de matricula que servía para, de un plumazo, ubicar cada estancia en el edificio de más de 30.000 metros cuadrados.
La cifra en los millares servía para ubicar la planta en altura, la centena para ubicar el ala en cada edificio y las unidades y decenas para ubicar las estancias en cada planta ordenadas de forma correlativa según su situación en cada ala.
De tal manera que cualquiera pudiera saber, por ejemplo, que la habitación 4105 está en la cuarta planta, en el ala 1 y que la 3227 está en la tercera planta, en el ala 2 o que la 5004 es uno de los despachos de la quinta planta.
Prueba de que así es como estaba configurado es esta foto reciente de la entrada del hospital donde se siguen viendo en las columnas los números y distribución original de las habitaciones.
Prueba de que así es como estaba configurado es esta foto reciente de la entrada del hospital donde se siguen viendo en las columnas los números y distribución original de las habitaciones.
Obviamente era un sistema pensado para todo: equipamientos, instalaciones, conexiones... y para todos los que rondan por el centro: pacientes y sus familiares, celadores, enfermeras, especialistas y personal de mantenimiento.
Sin embargo, como en el viejo hospital lo organizábamos todo sin necesidad de matriculas ni zarandajas - básicamente porque era una caja de zapatos y sabíamos donde estaba cada cosa - alguien, en un momento de profunda sabiduría, pensó ¿qué sabrán estos ingenieros de como se organiza un hospital? y se pasó este sistema por el forro. Pensó que para que cambiar al nuevo sistema si nuestras habitaciones se organizaban tan solo con un código de 3 dígitos. El siempre se ha hecho así que tanto nos persigue y nos castiga estaba en el fondo... y, posiblemente, pensar que la gente se perdería con el cambio, también.
Y a partir de ese momento el hospital paso a organizarse de otra manera, no de la original. Y las habitaciones pasaron a ser la 304, la 445 o la 525.
Se modificó la cartelería vertical, se modificaron los indicadores de las habitaciones e incluso se montó el mapa de estructura de los sistemas de información. Todo está organizado ahora con 3 dígitos... ya está todo ordenado y bajo control. Supongo que alguien pensó eso en algún momento.
Nadie pensó en que, con el sistema de 3 dígitos, sales del ascensor y no sabes si la 436 está hacia la derecha o hacia la izquierda porque decir ala 1 y ala 2 no tiene ningún valor orientativo. Si eres trabajador del centro tienes que pensarlo un segundo, si eres especialista terminas preguntando en algún control, si eres familiar también, si eres mecánico o electricista te pierdes y si eres celador vagas por la tercera dimensión. Es decir, hay gente perdida por el hospital, sobre todo a horas donde hay menos gente a quien preguntar.
Algunas enfermeras "enterás" avisamos que el sistema de avisos de los enfermos que nos había instalado la constructora, un sistema cojonudo y con bastantes opciones (del que, por cierto, no hemos recibido formación), estaba configurado en el sistema inicial de los 4 dígitos. Pero el el sistema no se adaptó a la nueva configuración...., seguro que alguien pensó ¿qué sabrán estas enfermeras de cómo se organiza un hospital?
Así que tenemos que andar, en un hospital del siglo XXI, digital y modernísimo, con una tabla de equivalencias para transformar la habitación que aparece en la pantalla digital del timbre en el número de la habitación que realmente está avisando... un lío que te hace equivocarte de habitación y perderte por el pasillo. Lo mismo esto es lo del poder transformador de las enfermeras del que tanto se habla, de transformar lo digital en analógico... ¿o lo ideal era al revés?
En definitiva, que no todo está organizado como un reloj suizo y que ahora mismo conviven ambos sistemas en un equilibrio relativamente natural pero delicado.
Cada vez que lo pienso estoy más convencido de que Kafka, en el fondo, se inspiró en un hospital así que mejor no pensar.
Y a partir de ese momento el hospital paso a organizarse de otra manera, no de la original. Y las habitaciones pasaron a ser la 304, la 445 o la 525.
Se modificó la cartelería vertical, se modificaron los indicadores de las habitaciones e incluso se montó el mapa de estructura de los sistemas de información. Todo está organizado ahora con 3 dígitos... ya está todo ordenado y bajo control. Supongo que alguien pensó eso en algún momento.
Nadie pensó en que, con el sistema de 3 dígitos, sales del ascensor y no sabes si la 436 está hacia la derecha o hacia la izquierda porque decir ala 1 y ala 2 no tiene ningún valor orientativo. Si eres trabajador del centro tienes que pensarlo un segundo, si eres especialista terminas preguntando en algún control, si eres familiar también, si eres mecánico o electricista te pierdes y si eres celador vagas por la tercera dimensión. Es decir, hay gente perdida por el hospital, sobre todo a horas donde hay menos gente a quien preguntar.
Algunas enfermeras "enterás" avisamos que el sistema de avisos de los enfermos que nos había instalado la constructora, un sistema cojonudo y con bastantes opciones (del que, por cierto, no hemos recibido formación), estaba configurado en el sistema inicial de los 4 dígitos. Pero el el sistema no se adaptó a la nueva configuración...., seguro que alguien pensó ¿qué sabrán estas enfermeras de cómo se organiza un hospital?
Así que tenemos que andar, en un hospital del siglo XXI, digital y modernísimo, con una tabla de equivalencias para transformar la habitación que aparece en la pantalla digital del timbre en el número de la habitación que realmente está avisando... un lío que te hace equivocarte de habitación y perderte por el pasillo. Lo mismo esto es lo del poder transformador de las enfermeras del que tanto se habla, de transformar lo digital en analógico... ¿o lo ideal era al revés?
En definitiva, que no todo está organizado como un reloj suizo y que ahora mismo conviven ambos sistemas en un equilibrio relativamente natural pero delicado.
Cada vez que lo pienso estoy más convencido de que Kafka, en el fondo, se inspiró en un hospital así que mejor no pensar.