martes, 29 de enero de 2013

Miligramos, responsabilidad y muchas cofias




Ayer, estuvimos de tarde en #LaJungla, en una tarde de lunes que empezó algo agitada, como una tarde de lunes cualquiera.

Mientras estábamos preparando la medicación, tuvimos una duda técnico-ética muy enfermera:

¿Es procedente ajustar la dosis de un antibiótico desechando parte de él o tecnificando la administración, aunque venga preparado comercialmente para la administración sin manipulación, en un paciente preagónico?

Y para darle un poco de vidilla a la tarde, decidimos hacer la pregunta a la red. Hicimos un poco de trampa y solo preguntamos cómo se ponía media bolsa de la mejor manera.

Y da igual el tiempo que lleve uno en esto del 2.0, este mundo no deja de sorprender. 

A las 3 horas había ya un gran debate montado (que aún sigue aquí) con más de 20 intervenciones y nosecuántos me gusta.

El debate, inicialmente con una parte técnica y con una parte de guasa, se fue tornando hacia un debate muy enfermero con alguna intervención para enmarcar.

Dado que nosotros hemos generado el debate, se hace obligado este post para dar nuestra opinion.

En primer lugar hay un debate logístico. Hay una gran conflicto entre las farmacias hospitalarias, empecinadas en reducir costes y reducir la cantidad y variedad de presentaciones, y los médicos prescriptores que usan guías que nada que tienen que ver con los acuerdos de consumo ni con los estocajes. Y es la enfermería la que tiene que andar inventando para hacer casar la dosis prescrita (rara vez en miligramos)  con la presentación facilitada. En muchos casos, como éste, la solución más fácil es desechar (eso es despilfarrar!!) una parte para ajustar la dosis, aunque lo más correcto sería usar un medio de infusión tecnicificado (bomba de infusión) que, hay que decirlo, aumenta considerablemente los costes (materiales y humanos).

Pero el debate se complica si el ajuste de la dosis se produce por una causa poco justificada. En este caso concreto, el ajuste se produce por insuficiencia renal pero... y aqui está la madre del cordero, una insuficiencia renal en un paciente en preagonía. Está justificado ajustar la dosis? Habrá quién tenga argumentos para defender una opinión y habrá quien defienda la contraria. Aunque la gran pregunta sería ¿está indicado el tratamiento antibiótico empírico en una persona agónica??

Y aquí viene el tercer debate y el más emocionante. ¿está enfermería académica, profesional y moralmente capacitada para hacer abierta y públicamente esa pregunta?? Nosotros lo tenemos meridianamente claro. No solo estamos capacitados sino que estamos moralmente obligados. 

Está claro que el responsable de la prescripción/indicación es el facultativo que corresponda y que nosotros no podemos modificar dicha prescripción. Pero no existe ley escrita, no escrita, tácita o pactada en piedra que prohiba que una enfermera, bien formada, capacitada y experimentada sea capaz, con argumentos científicos bien sustentados y con la evidencia en la mano, pueda cuestionar (cuando no poner en duda) la "utilidad" y la "proporcionalidad" de una medida terapéutica/diagnóstica médica.

Esto que es así en casi cualquier caso, es más claro aún en el caso de un paciente en situación agónica/terminal donde la futilidad de una intervención (en el extremo es empecinamiento terapéutico) puede ser considerada una infracción legal y donde para decidir la limitación del esfuerzo terapéutico es necesaria la participación del enfermero referente (esto es lo que dice la Ley 2/2010 de Derechos y Garantias de la Dignidad de la Persona en el Proceso de Muerte).

Pero vamos más lejos. Aún sin ley de por medio, si las necesidades del paciente, el confort, el bienestar y la calidad de vida son un asunto enfermero, cualquier cosa que atente contra esas esferas serán, por tanto, competencia de enfermería. 

El problema es que aqui, como bien describe Javier en su post, enfermería sigue con la cofia puesta.


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lunes, 28 de enero de 2013

Tu si que NO vales


Aún recuerdo cuando, siendo pequeño, mi abuela nos regañaba a mi hermano y a mi diciendo "a ver si echáis talento".

Mi abuela nunca supo explicarme exactamente qué era aquello del talento. Aunque no era una mujer iletrada, ni tenía estudios universitarios ni tenía los medios actuales para ir a la Wikipedia a buscar la definición. Pese a no tener la definición exacta, siempre tuve la sensación que talento era una mezcla de aspectos positivos que deben reunir las personas para hacer las cosas lo mejor posible.

Han pasado los años, y al fin hoy creo saber qué es el talento. Y no porque tenga la definición a golpe de ratón, sino porque cerca de cumplir los 39 me he cruzado con demasiada gente que, precisamente, carece de él.

Pero lo triste es que gran parte de esa gente tan falta de talento es gente que ocupa algún puesto de responsabilidad. Los puedes encontrar en casi cualquier sitio: en una oficina bancaria, en correos o en la política, por poner algunos ejemplos.

Y tristemente en las organizaciones sanitarias, al igual que en la política, hay mucha gente que ha ido progresando pese a su falta de talento. 

Habitualmente compensada esta carencia con otras "virtudes" como la fidelidad al superior, la obediencia debida o la ausencia de espíritu crítico, son profesionales del browning, del "¿y qué hago yo ahora?", de la técnica del "ventilador" para esconder sus vergüenzas traspasando la responsabilidad a otros. Pero, sobre todo, profesionales de la gestión continuada apagando fuegos, que habitualmente  ellos mismos han encendido y azuzado,  que los hace sentirse muy orgullosos y válidos confirmando aquello del efecto Dunnig-Kruger.

Y así difícilmente podrán las organizaciones sanitarias ir a algún sitio concreto, por mucho que haya loables esfuerzos como éste del blog Gestión de Enfermería

Lo malo es que hará falta mucho tiempo para que este país se recupere de este estropicio porque,  como bien dijo David Jiménez en su blog (que no Forges :P) en este país han triunfado los mediocres (cuando no directamente los estúpidos de las Leyes de la Estupidez Humana de Cipolla).

Aunque aún hay esperanza. Afortunadamente, aún queda talento donde menos te lo esperas.


Este post está dedicado a nuestra compañera Inma Fernández que cada día sufre por la falta de talento ;)

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sábado, 12 de enero de 2013

Necesitaremos un SIGLO para reponernos


Es posible que alguien pueda llevarse a equívocos al ver esta foto, pero no, no es orina lo que llena esos dos botes de muestra sino lo que los pacientes de nuestra planta llaman "rebujito", una mezcla de manzanilla y tila que toman antes de dormir.

Es posible que muchos puedan llevarse a también a equívocos al ver esta foto, pensando que lo hemos hecho para poder hacer una foto chula para #fotosdesalud pero tampoco.

Incluso es posible que algunos piensen (e incluso digan) que es un montaje para cargar tintas contra nuestra organización. Poco nos conocen si creen eso.

La verdad es que esos botes de orina están llenos de "rebujito" porque a las once de la noche de ayer viernes no había vasos de plastico en mi planta donde poder servir el brebaje. Pero no solo no había en la planta sino que no había vasos de plástico en todo el hospital y no los va a haber en todo el fin de semana.

Ya comentamos en una entrada en mayo pasado (ha llovido desde entonces) que se ponía en funcionamiento SIGLO y con él se avecinaban (ya los había entonces) muchos problemas de abastecimiento pero suponíamos que con los meses todo iría rodando mejor.

Casi 9 meses después de su implantación, el resultado no puede ser peor. 


Nuestros almacenes, otrora repletos, están ahora raquíticos de productos de primera necesidad como son vasos, cucharillas desechables, cañitas, pañales o salvacamas. Obviamente de productos más sofisticados como apósitos y vendas especiales ni hablamos.

En todo este periodo, el responsable local de la plataforma ha usado la antiquísima técnica del ventilador para repartir la responsabilidad de esta situación a diestra y siniestra. Pero, independientemente de que pueda ser verdad que aquellos que piden no lo hacen todo lo bien que pudieran, que los que preparan los pedidos no tienen ni  personal ni preparaciñon suficientes como para funcionar como una central logistica de Mercadona (que surte primorosamente los supermercados de 3 o 4 provincias), que el sistema informático no sea el mejor del mundo, o que la culpa la tienen otros directivos (esta excusa ya no sirve) no hay justificación para que, la mayoría de las veces, la falta de material sea causada por roturas contínuas de stock de productos de alto consumo. La única explicación para esa continua falta de material es su manifiesta incompetencia.

Pero es aún peor. Porque además del enorme daño que situaciones como esta (la gente ha llegado a comprar vasos de plástico y cañitas para toda la planta) hacen a la imagen pública del conjunto del SSPA, el daño económico es mayúsculo si pensamos que 100 vasos de plástico valen apenas un euro y medio y cada bote de orina de 100 ml vale eso mismo. Es casi como atar perros con longanizas. Cuando se evalúe el consumo de las unidades (si es que se puede calcular) alguien dirá que se consume demasiado.

Llegados a este punto, es posible que haya quién se sonroje o incluso puede que se rasgue las ropas si a alguna mente pensante (esas mismas que tienen el boton del ventilador a mano) se le ocurre la idea de externalizar algunos departamentos porque con la gestión pública son manifiestamente ineficientes cuando lo sensato es ser mucho más exigentes con los que son manifiestamente irresponsables.

Obviamente del LEAN de Osenseis ni hablamos por ahora.



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martes, 8 de enero de 2013

Repensando el hospital

Hace ya unas semanas que no publicamos ninguna entrada. Nos habíamos planteado  hacer una pequeña pausa. Necesitábamos tomarnos un pequeño descanso porque nuestros ánimos no daban más que para ácidas entradas salidas de las entrañas. Demasiadas malas noticias en torno a la Sanidad Pública como para tener pensamientos medianamente positivos y productivos.

Ni siquiera el hecho de que nuestro Área de Gestión Sanitaria haya cumplido en este ejercicio, por primera vez en su historia, el sempiterno Capítulo I nos sacaba de este sentimiento. Básicamente porque éste se ha cumplido a costa de las sufridas espaldas de trabajadores "recortados", plantillas "reajustadas", plantas eternamente "remozadas",  contratos en precario al 75% y renovados mensualmente el penúltimo día del mes. Pero más aún porque para cumplir este objetivo se ha ido abandonando el Capitulo II, las inversiones, los resultados y los indicadores asistenciales (la estancia media, el índice sintético de calidad, la prevalencia de UPPs, etc), la calidad asistencial, la seguridad del paciente, la investigación o la formación continuada. 

Sin embargo, en estos días de sosiego y lectura, ha llegado hasta nuestras manos un informe elaborado por Antares Consulting que nos ofrece un gran rayo de luz. Hay alguien, aunque sea una consultora especializada y no los Think Tanks de los que nos dirigen, que se está dando cuenta que estamos, necesariamente, en el momento de reevaluar todo lo que se ha venido haciendo hasta ahora.

En sus apenas 60 páginas habla un poco de todo. Del hospital como recurso y no como gasto, del nuevo perfil del usuario de los sistemas de salud (más informado, comprometido y, sobre todo, más crónico), de la necesidad de aprovechar las TICs y de los nuevos perfiles profesionales.

Habla de que el hospital debe dejar, definitivamente, de ser la puerta de entrada o el final del proceso (ni siquiera en el centro) para convertirse en un HUB (nos ha encantado este término) a través del que se articulan y conectan todas las demás piezas del gran puzzle en el que se está convirtiendo la asistencia sanitaria.

Un hospital reorganizado en niveles de cuidados o en procesos de salud (no en UGC multicéntricas bajo una etiqueta de especialidad médica) con una cartera de servicios "adaptativa", asimétrica y accesible donde la gestión por competencias y los nuevos roles que iremos adquiriendo los enfermeros tendrán el peso que le corresponde (por número, por capacidad y por eficiencia) y donde la asistencia telemática tendrá mucho más peso.

Una nueva forma de concebir el hospital donde, lógicamente, será necesario replantearse también la forma en la que deberá ser gestionado, otorgándole gran importancia a la métrica de los resultados, a la transparencia de los mismos y a la autonomía (política) de la gestión

Por hablar, incluso habla de Lean, eso de lo que tanto sabe nuestra "renovada" musa @goroji y de lo que tan poco sabe nuestro responsable de SIGLO (pero eso dará para otro post).

En definitiva, un informe interesante que puedes descargar aquí.

Esperemos que, aprovechando que nuestro nuevo hospital está en una pequeña parada técnica, alguien de los que toman las decisiones importantes lea este informe y aproveche la ocasión, como ya reclamamos en su momento, para repensar qué hospital es  el que queremos.

Nosotros lo tenemos claro... hay que reinvertarse a diario.



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