Llegando el periodo estival, es frecuente encontrar en los centros sanitarios de España muchas caras nuevas y sonrientes, risueñas y temerosas, dispuestas y obedientes, deseosas de empezar con la tarea.
Es fácil reconocerlas porque van vestidas con pijamas impolutos y nuevecitos llevan una mochila en ristre cargada de ilusión y mil cosas más: un fonendoscopio caro y reluciente (seguramente regalo de alguien en la graduación), una libretilla repleta de notas recogidas durante las prácticas, un juego de bolígrafos de diferentes colores (algún día le dedicaremos un post a la enfermería y los cuatro colores), un rotulador indeleble y unas tijeras de pico de pato.
Sin duda, esas caritas sonrientes son la nueva hornada de enfermeras que vienen a sustituirnos en nuestros puestos durante las vacaciones. Esas caras poco familiares pero felices trabajarán como nosotros o más si cabe.
Terminar un ciclo formativo o una carrera universitaria no quiere decir que estés preparado para enfrentarte con los rigores del trabajo real. Con el título, lo que te expiden es una licencia, un salvoconducto que te permite acceder al mercado de trabajo por una nueva entrada.
Pero por mucho que lo deseen nuestras empresas, nuestros compañeros o los pacientes, no son como nosotros. No han tenido margen para añadir experiencia y años de trinchera a su mochila curricular. Eso sí, esa falta de madurez y de experiencia la compensan, en la mayoría de los casos, con mucho tesón, una ilusión desbordante y una energía vital envidiable. Aprenden rápido... a la fuerza ahorcan.
La cuestión es que, a diferencia de otras profesiones que tienen periodos de formación práctica postgrado (los periodos de residencia, la pasantía de los abogados, los periodos de becario de los periodistas), las enfermeras terminamos el periodo formativo y vamos a currar donde nos contraten (y siempre salimos locos por que nos contraten) con nuestra bisoñéz, esa mochila y algunos pocos días de experiencia, si hemos estado antes en otro sitio, como único bagaje.
Es cierto que hay un contenido práctico durante el grado, pero no es lo mismo acompañar mirando desde detrás del hombro como alguien cura una úlcera por presión que tener que curarla tu. Y no hablamos de una urgencia o una emergencia vital.
Sin embargo, el sistema eso no lo piensa. El sistema necesita mano de obra y la tiene. La capacitación la da el título... por eso ocurren desgracias (aunque muchas menos de las posibles) como la del Caso Ryan.
Y tampoco lo piensa el paciente o su familia. No tienen que pensarlo. Su nivel de exigencia no merma ante las caritas sonrientes porque no tiene porque hacerlo. Podrán ser más o menos comprensivos pero el nivel de responsabilidad no entiende de años de experiencia.
Por eso es nuestra responsabilidad, la de todos sus compañeros, como enfermeros que una vez pasamos por lo mismo, acompañarlos por este tránsito. Porque las que hoy llevan la L de enfermera, algún día, verán el sistema desde nuestra situación y será su responsabilidad tratar de mejorarlo como lo hacemos nosotros.
Si no les ayudamos, si no las acompañamos, si caemos en la simpleza de señalar al nuevo como responsable de nuestras miserias estivales, estaremos haciendo lo mismo que alguno hizo con nosotros aunque no hayamos olvidado. Pero, sobre todo, tenemos que ser exigentes con nuestras organizaciones para que tengan en cuenta estas particularidades y articulen estrategias de inserción más adecuadas.
Porque nadie nace sabiendo, y las enfermeras no somos una excepción.
Este post es parte de una campaña ideada por Miguel Garvi y Ruth López. Puedes saber más sobre ella en Con L de Enfermera.
Ánimo para los que empiezan!!!
ResponderEliminarEl camino es largo y muy duro pero estoy segura que en él encontrarán a compañeros que les ayudarán a caminar sin sufrir tantos tropiezos. Conocerán a muchos enfermeros buenos, buenísimos que les aportarán mucho, a todos los niveles.
Mucha suerte y Bienvenidos!!!
Muchas gracias por participar.
EliminarA veces, lo evidente hay que repetirlo porque se olvida.
un abrazo
Ole,ole y ole!
ResponderEliminarMuy buena entrada, amena y bien planteada!
Siempre se empieza de algún modo. No olviden esa ilusión, dejen se llevar. Son compañeras al mismo nivel que las eméritas, llénense de seguridad y a por ellos que son nuestros: los pacientes!
Un beso Andoni y Carlos (repartirsenlo) muahahaha!
Un besazo Rocio! No hemos llegado al nivel de la tuya pero lo hemos intentado ;-))
EliminarAnda ya! No seas gañán! ;-) A vuestro lado no hay color!!
EliminarDe todos modos, vamos a darle una vuelta a la mollera, a ver si podemos "preparar algo diferente" (blogueramente hablando). Besote!
Como siempre, tenéis esa facilidad de transformar lo complejo en lo más simple, contado desde la sinceridad, el sentido común y la responsabilidad que os caracteriza.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo en vuestro planteamiento, "los acomodados" no podemos olvidarnos jamás que nadie nace sabiendo.
Un abrazo artistas!!
Como siempre, creo que nos valoras demasiado ;-))
EliminarLos acomodados ni podemos ni debemos!!