Hace unos días conocimos, gracias a un enlace en twitter, un blog sobre gestión en enfermería publicado por Leticia San Martin Rodriguez, una joven enfermera navarra con un curriculum envidiable (solo hay que echar un vistazo a sus publicaciones) y que ya considero un #imprescindible.
Su última entrada es especialmente interesante ya que plantea varias preguntas que todos aquellos que leemos con fruición sobre enfermería y gestión, nos hemos planteado alguna vez.
La que da título al post ¿Está la gestión de enfermería a la altura? me hizo acordarme de un artículo de 2005 (qué lejos queda ya) titulado "De gestoras de recursos a gestoras de cuidados: opiniones y expectativas de las supervisoras sobre su nuevo rol profesional" realizado por Joan Carles March basado en un trabajo de investigación y que concluía que el rol de las supervisoras estaba cambiando de un rol de gestoras de recursos a un rol de gestoras de cuidados.
Cuando lo leí entonces me sonó a música celestial. Pensar que los cargos intermedios dejarían de estar embarrados en cuadrantes, pedidos y excusas para no conceder los permisos me pareció un salto cualitativo en ese rol enfermero.
Pero tras casi 10 años de aquel artículo, un experto universitario, un máster en gestión y un trabajo fin de master sobre liderazgo enfermero, tengo que decir que aquella música celestial no ha llegado a concretarse en nada o, mejor dicho, se ha concretado precisamente en la nada. A fecha de hoy no tenemos ni gestores de cuidados ni gestores de recursos, sino un grupo heterogéneo de profesionales, algunos my buenos y otros muy mediocres, atenazados, como en 2005, por cuadrantes (más ahora con contratos al 75%), pedidos (cuando los hacen y si los hacen bien) y excusas, ya no solo por los permisos sino para cubrir su incompetencia (el que es incompetente).
Mucho le queda a la enfermería española para completar ese cambio de ciclo aventurado en el artículo de Joan Carles y que, de alguna manera, cuenta Leticia en su post.
Tristemente, la mayoría de las veces la realidad es muy testaruda y se impone a nuestras teorizaciones, nuestras pretensiones y nuestros anhelos.
No se puede pensar otra cosa si cuando vas al estante a buscar un producto básico para el cuidado de las úlceras por presión, no hay; vas a buscar un paracetamol oral en una planta de medicina interna y no hay, o a buscar una aguja para cargar medicación y tampoco hay, y tu supervisora lo único que sabe es contestar con un lacónico "y qué quieres que yo haga?"
Por eso, la única conclusión posible es que algo se ha hecho y aún estamos haciendo mal (todos somos responsables de una manera o de otra).