viernes, 6 de septiembre de 2019

Un rayo de esperanza...

Tengo que reconocer que después de la entrada sobre La Disidencia, había entrado en un periodo de falta total de ideas para publicar. Andaba demasiado decepcionado con la política, con la profesión y con tanta actitud de sorber y soplar.

Lógicamente tengo también que reconocer que quizás he estado demasiado condicionado por la marcha a un nuevo destino de mi medio hermano, amigo, compañero y colega de ensoñaciones Carlos Núñez. Son demasiados años de fatigas, proyectos, conversaciones y más cosas como para que el hueco que deja vacío no se note.  

Los dos llevamos años defendiendo la idea que las organizaciones pueden ser cambiadas desde dentro. Años defendiendo los principios de la #EticaHacker en la gestión. Muchas conferencias y cursos hablando de ese tema, de la necesidad de más presencia enfermera en las políticas y en la política. La última vez lo hicimos en Asturias en las I Jornadas Liderazgo y Gestión y que Teresa Pérez resumió aquí (hoy todo parece premonitorio)

Sin embargo, la realidad siempre nos pegaba en la cara. Cada paso hacia delante costaba un mundo cuando no suponía dar medio para atrás al poco tiempo. Cada adelanto con la prescripción, con la direcciones de unidad o cosas parecidas venia acompañada de la consabida contestación de la parte contraria (que no debería serlo).

Quizás por eso la llegada de #NursingNow y sus objetivos para el 2020, teóricamente según la OMS el año de las enfermeras, me parecieron una mas que interesante palanca para generar un cambio necesario. Una oportunidad para remover las bases de la profesión, generar nuevos liderazgos y dar los pasos necesarios para iniciar la necesaria transformación y modernización de las caras visibles (y decisorias) de la profesión.

Da igual que como dice este artículo, no existan razones objetivas para no reconocer la capacidad de las enfermeras en la alta gestión, España es un país tan particular... y la profesión enfermera está tan condicionada por la mediocridad de sus representantes y esa violencia horizontal tan propia y, a la vez, tan dañina... que lo que era ilusión poco a poco se fue convirtiendo es desesperanza. A cada nombramiento de una enfermera le acompañan una retahíla de comentarios y tuits poniendo en duda su capacidad o sus méritos y automáticamente condicionando ese nombramiento mas a su vinculación política que a su supuesta capacidad. Ya ni valoramos lo que hace unos años seria impensable y llegamos incluso a hablar de solo una enfermera cuando lo lógico es pensar que al menos es una

Y para terminar de arreglarlo, todo el verano viendo fotos de adhesiones a la campaña #NursingNow a la que acompaña habitualmente una pléyade de las viejas glorias de siempre que tan poco ayudan en el momento actual y que, casi sin pensar, se contrapone con la campaña Nightingale Challenge, también de Nursong Now, que pretende justo lo contrario, encontrar y formar nuevos lideres de la profesión.

En fin... que este mes de agosto no me sentía en mi mejor momento ni en el más optimista. 

Afortunadamente, los últimos acontecimientos, de alguna manera, me han ido reconciliando con la profesión, con la política y con el futuro cercano. 

Como comprenderéis, el nombramiento de Carlos Núñez como Subdirector de Enfermería del AGS Norte de Cádiz, pese a la sensación de vacío inicial, supone una enorme sensación de orgullo personal y profesional y, sobre todo, de justicia. Es el reconocimiento (quizás debería haber llegado antes y con un gobierno progresista) al tesón, al esfuerzo y a la demostración práctica de que otra forma de gestionar y tener buenos resultados es posible.

El reciente nombramiento de un troyano reconocido como Raúl Oliván como Director General de Gobierno Abierto e Innovacion Social del Gobierno de Aragón me hizo pensar que, aunque lo de la sociedad del sandwich mixto es una verdad como un templo, aún hay esperanzas... 

Pero lo que me ha terminado de reconciliar ha sido lo ocurrido en Asturias. la renovación y rejuvenecimiento de la consejería de salud con la inclusión de Rafa Cofiño pero, sobre todo, que de un plumazo, no solo una enfermera sino dos han pasado a formar parte de la estructura directiva de la consejeria de salud, con una dirección general, y de la consejeria de derechos sociales y bienestar, con la gerencia del ERA.

Y ya no porque conozca a Ana Suarez y Sergio Vallés y crea que son gente muy capaz, comprometida y solvente, sino porque, al fin, hay enfermeras en puestos de decisión ocupados por enfermeras no solo para enfermeras. Un matiz más que importante.

Estoy seguro que les irá de miedo y qué eso será bueno para todas las enfermeras.

Así que, después de un mes de agosto algo oscuro, comienzo septiembre con algo mas de optimismo. Dejaré de acabar hacia abajo para empezar a ver el camino a seguir...




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