Cada vez es más frecuente que grupos de profesionales de base se organicen y canalicen sus inquietudes en forma de campaña de difusión aprovechando el altavoz que son las redes sociales.
Aquellas primeras campañas como #MiVidaSinTi o #Internetenlaconsulta eran algo nuevo, extraordinario por novedoso. Era el símbolo de que se podrían proponer cosas desde abajo para poder cambiar las cosas hacia arriba.
Casi seis años después, no hay semana en la que no hay una nueva iniciativa rulando y buscando apoyos y trascendencia.
Pero no son las campañas las que nos llaman la atención. Prácticamente todas siguen estando diseñadas para cambiar las cosas desde abajo, hechas desde la ilusión, desde el tesón y el esfuerzo de un grupo anónimo de profesionales comprometidos con su profesión y los pacientes. En el fondo, todas estas campañas son encomiables.
Muchas de estas campañas como #PaliativosVisibles, #FFpaciente, #humanizalaUci (y muchas otras) son además más que necesarias.
Lo que nos llama poderosamente la atención es el cambio que se está practicando en algunas organizaciones (entre las que incluimos a algunas asociaciones profesionales y sociedades científicas)
Muchas de estas organizaciones, mientras hacen oídos sordos a las propuestas de sus profesionales, tan o más importantes que estas campañas o incluso, semejantes a ellas, sacan notas de prensa o se hacen fotografías sumándose a las campañas que proponen otros sin cambiar nada de puertas adentro.
Los responsables se podrán poner el pin de #SueñoOn pero si no cambian cosas dentro de los hospitales, los pacientes seguirán durmiendo igual de mal que siempre. Puedes llenar el centro de pegatinas, globos y carteles de #StopUpp y subir las fotos que quieras a instragram o a Facebook pero si no aumentas el parque de superficies de aire alternante o formas al personal, al día siguiente seguirás teniendo la misma incidencia de úlceras.
Si las campañas, además de secundarlas con un tuit o con una foto, no se incorporan al ideario del centro, a la planificación estratégica de la organización, se quedan en nada o, como cuentan en esta entrada que me ha llegado al alma, pueden hasta ser engañosas. En el fondo, en la mayoría de las ocasiones, esto no ocurre porque los responsables ni las entienden.
Definitivamente ha aparecido una nueva forma de postureo, el postureo institucional.
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