miércoles, 29 de julio de 2015

Déjà Vu



Como todos los años, es pasar unos días de julio y las portadas de las mayoría de los periódicos locales y nacionales se llenan de noticias de hospitales con el cartel de completo, de urgencias colapsadas y de quirófanos suspendidos.

Volvemos a leer declaraciones de responsables políticos tratando de justificar lo injustificable pero refiriéndose solo al cierre de camas (las de nuestro nuevo consejero, aunque con algo de razón, no dejan de ser desafortunadas al tratar de bromear con el asunto ....), las de medios y organizaciones sociales y sindicales alarmando sobre lo grave que es cerrar camas (aunque como explicó Javier Padilla en este fantástico post, no siempre es tan alarmante), las de pacientes quejándose y las de profesionales lamentándose amargamente en las redes sociales (esas que cada vez tienen más poder para generar opinión).

La cuestión es ¿cómo es posible que año tras año sigamos en las mismas? 

Posiblemente, como pasa con las epidemias anuales de gripe, no aprendemos de un año para otro, de forma que no podemos esperar resultados distintos si siempre hacemos lo mismo.

Porque, aunque si bien es cierto que el descenso de la actividad quirúrgica y, por tanto, del índice de ocupación de la mayoría de los hospitales es un momento "pintiparado" para tratar de ahorrar unos eurillos en el ya-de-por-si-maltrecho capítulo I, es metafísicamente imposible, por mucho que cada año se intente y muchos de nuestros gestores no lo entiendan, que un centro hospitalario siga funcionando de un día para otro como si tal cosa (igual de bien o de mal) con una planta menos (o más de una) pero sin planificar ni medir (como reclama Alfonso Pedrosa en este post) con suficiente antelación.

Si al porcentaje sustancioso (un 10% o un 20%) de camas menos no le añadimos nada más -  si no tocamos los famosos "criterios de ingreso" y funcionamos como si estuviéramos a pleno rendimiento, si llenamos los servicios de urgencias de enfermeras que acaban de desempolvar la L, si no reforzamos y priorizamos las pruebas complementarias ambulatorias,  si seguimos funcionando de verdad sólo de lunes a viernes, si mantenemos la organización hospitalaria por especialidades, si no modificamos las guardias (número de especialistas de presencia y localizados) adaptándolas a los cierres y desprogramaciones, si no reforzamos los servicios de urgencias extrahospitalarios, si no cuidamos la atención primaria (ya de por si maltrecha)todo nuestro plan de vacaciones se reduce a pedir menos contratos para enfermeras aprovechando que se cierra una/varias plantas (Ah!! los facultativos no se sustituyen pero tampoco se reducen en número aunque sus plantas se cierren).

Al final, el único fin no es adaptar la producción (con sus insumos y sus consumos) a la demanda, lo cuál sería razonable e incluso deseable y justificado, sino dar una nueva vuelta de tuerca (y, como siempre, a la cuenta la vieja)

El responsable correspondiente seguro que se sintió satisfecho cuando en mayo llevó su plan a los servicios centrales. Su hoja de cálculo había cuadrado con las jornada asignadas (ya descontado el anual descuento con respecto al año anterior) y cruzó los dedos confiando en la suerte para salir poco en prensa al llegar los primeros días del verano.

Sin embargo, los profesionales volverán a quejarse de su amarga suerte (y vivirán tardes como la que tan bien se describe en este post de Enfermería de Trinchera) y el usuario - Ay! el usuario - seguirá yendo a urgencias, como siempre.

En fin, un déjà vu.


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2 comentarios:

  1. Genial análisis, como siempre!
    Y gracias por la mención!
    Un abrazo!

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  2. Genial análisis, como siempre!
    Y gracias por la mención!
    Un abrazo!

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