En la última entrada publicada tratábamos de dar nuestra opinión sobre la situación que se está viviendo últimamente en el hospital donde trabajamos desde hace más de 20 años.
Nos propusimos que fuera una entrada seria y rigurosa donde exponer nuestro punto de vista. Pero como solemos decir, la realidad suele superar con creces a la ficción y termina invitándonos a volver a hablar de ciertos temas.
Y es que los últimos acontecimientos vividos en el hospital de La Línea no pueden ser más kafkianos, propios del mejor guionista de películas de humor negro británico, de Monty Piton o del mismísimo Berlanga.
Desde primavera corría el rumor de que en breve iba a venir una persona de contrastado prestigio y dilatada experiencia a ayudarnos con el traslado al nuevo hospital. El nombre se guardaba con celo para que el efecto dramático y mesiánico del nombramiento fuera espectacular. Entre tanto tuvimos cambios a nivel de consejeria y el Servicio Andaluz de Salud. La llegada tendría que esperar.
Iban pasando las semanas y, al fin, a primeros de julio, tanto la dirección como la delegación provincial anunciaron públicamente en una reunión con la Plataforma Cívica de Defensa del Hospital que pronto se incorporaría un nuevo coordinador para encargarse del traslado y que, además, asumiría competencias de dirección.
Todos pensamos, con la reivindicación de la segregación sobre la mesa, que la nueva incorporación se terminaría convirtiendo en el nuevo gerente del hospital de La Línea, "la gran esperanza blanca" que reflotaría el hospital para llevarnos al flamante nuevo edificio.
Poco después nos visitaron la nueva gerente del SAS, Francisca Antón, y la nueva directora general de asistencia sanitaria y resultados en salud, Dolores Alguacil. En la reunión con profesionales, con sindicatos y con la propia plataforma volvieron a hablar de las futuras incorporaciones y que, con ellas, se cumpliría el compromiso de hacer los primeros traslados en octubre.
Así llegó el día D. Así llegó el 14 de julio. Al tiempo que nos presentaban las tan esperadas nuevas incorporaciones, la consejera de salud, en sede parlamentaria, anunciaba que daría luz verde a la segregación.
El advenimiento se había producido y el elegido era Joseba Barroeta Urquiza, más de 30 años de experiencia en alta gestión hospitalaria (entre ellos el hospital Virgen del Rocio) y en paro desde que en febrero dejara de ser gerente del hospital de San Juan de Dios de Bormujos, quién, en su discurso de presentación, ya hizo una declaración de intenciones.
Parecía que empezábamos a ver luz al final del largo túnel en el que nos habíamos metido desde que en 2006 fuéramos considerado el peor hospital de Andalucia según este demoledor artículo que publicó El Pais.
Pero el destino es caprichoso y ese mismo día, al tiempo que se producían estos dos anuncios, por un lado, Inmaculada Nieto, parlamentaria andaluza de Izquierda Unida, se comprometía a vigilar la gestión del SAS en el hospital de La Línea y por otro, Redacción Médica publicaba una noticia donde se anunciaban los candidatos a dirigir dos grandes hospitales de la Comunidad de Madrid, noticia que se ampliaba dos días más tarde glosando los curriculums de los aspirantes.
El Sr. Barroeta estaba entre los candidatos a dirigir los dos centros.Aunque no lo sabíamos, la mecha estaba ya encendida y los acontecimientos se sucedieron rápidamente.
Los sables políticos se movieron rápido.
El lunes empezaron los traslados de despachos, los cambios de ubicación y comenzamos a trabajar en el traslado. Al fin. Las herramientas del Sr. Barroeta: una agenda, un bolígrafo, un dossier con indicadores hospitalarios y algunos planos.
Los sables políticos se movieron rápido.
El lunes empezaron los traslados de despachos, los cambios de ubicación y comenzamos a trabajar en el traslado. Al fin. Las herramientas del Sr. Barroeta: una agenda, un bolígrafo, un dossier con indicadores hospitalarios y algunos planos.
El martes siguiente, mientras el Sr. Barroeta ya empezaba a tomar decisiones (que faltita nos hacían), Izquierda Unida pedía su destitución al tiempo que los sindicatos pedían explicaciones. El runrún de comentarios sobre su presencia en la lista de candidatos a dirigir hospitales en otra comunidad aumentaba.
El miércoles empezó ajetreado para Barroeta: visita al nuevo hospital, informes sobre dependencias y equipamientos. Salvo por la presencia de Barrotea, para el resto parecía un miércoles normal. Pero no era un miércoles de normal sino miércoles de feria, día en el que tradicionalmente gran parte del personal hace las comidas de convivencia durante la semana grande de la ciudad. Por eso invitamos al recién llegado a acompañarnos pero se excusó diciendo que tenía una reunión a media tarde.
Mientras medio hospital comia, cotilleaba sobre las nuevas incorporaciones, hablaba del presente y del futuro, bailaba, bebía y se divertía sin pensar en nada, en el hospital se celebraba una reunión trascendental.
Nada ha trascendido del contenido de dicha reunión. Muchas son las especulaciones por los pasillos de hospital. Lo único que está claro es que desde ese momento ya no hemos sabido más de Barroeta.
El viernes, siguiente día laborable, su despacho estaba vacío. Ya no estaban ni él ni sus cosas. Era como si nunca hubiera estado. Nadie sabia que había pasado. Nadie era capaz de dar una respuesta concreta.
Mientras medio hospital comia, cotilleaba sobre las nuevas incorporaciones, hablaba del presente y del futuro, bailaba, bebía y se divertía sin pensar en nada, en el hospital se celebraba una reunión trascendental.
Nada ha trascendido del contenido de dicha reunión. Muchas son las especulaciones por los pasillos de hospital. Lo único que está claro es que desde ese momento ya no hemos sabido más de Barroeta.
El viernes, siguiente día laborable, su despacho estaba vacío. Ya no estaban ni él ni sus cosas. Era como si nunca hubiera estado. Nadie sabia que había pasado. Nadie era capaz de dar una respuesta concreta.
El martes (el lunes fue festivo local por la feria) ya vimos la noticia. Barroeta había renunciado. ¿Por qué? Ninguna explicación más.
Tan solo Izquierda Unida, coherente con su petición, ha hecho declaraciones públicas al respecto alegrándose de su marcha.
Apenas una semana después de la llegada de nuestro prometido rescatador, nos hemos quedado compuestos y sin novio y con cara de haber participado como extras de una película sin saberlo; de una sátira muy parecida a la fantástica "Un Funeral de Muerte" de Frank Oz , una recomedabilisima comedia negra, obviamente la temática no tiene que ver nada con el hospital, donde las cosas se van torciendo poco a poco y siempre, cuando crees que no puede ir a peor, la cosa da una nueva vuelta de tuerca.
Así que, a poco más de dos semanas para irme de vacaciones, solo se me ocurre decir: Señor, llévame pronto.
Yo viví hace más de 20 años un traslado a hospital nuevo. No te preocupes, este baile de gerentes es un clásico. Suerte.
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