Posiblemente todos conocemos la expresión “alea iacta est”, aunque es probable que no demasiados sepan en qué momento fué dicha por Julio César.
Si le preguntamos a cualquiera, nos podrá decir con más o menos acierto quién fué y qué significó Julio César en el desarrollo de lo que terminó siendo el imperio romano. Pero lo que muchos no sabrán es que Julio César no lo tuvo precisamente fácil.
Era de una familia patricia pero ni adinerada ni influyente, no tenía títulos aunque sí supo rodearse y apoyarse en gente influyente. No rehusó ninguna de las responsabilidades que se le fueron ofreciendo (estuvo a punto de morir por alguna de ellas) y tuvo que pelear mucho (literalmente así lo hizo hasta controlar toda la Galia) hasta convertirse en quién fué.
Volviendo a la frase, fue dicha por Julio César justo antes de atravesar el Rubicón, un pequeño río que separaba a Italia de la Galia Cisalpina y que suponía la verdadera frontera norte de Roma ya que el Senado romano, para impedir el paso de tropas procedentes del Norte, declaró sacrilego y parricida a aquel que con una legión o con sólo una cohorte lo pasara.
Julio César dijo aquella frase cuando decidió vadear el Rubicón siendo consciente de que aquello suponía iniciar una Guerra Civil. Tomó una decisión con duras consecuencias para la que no había marcha atrás.
La historia demostró que la decisión de Julio César fue determinante para el futuro de Roma y de él mismo. Entró en Roma sin luchar y sin derramamiento de sangre, jaleado y vitoreado por un pueblo harto de un indolente senado.
Muchos os preguntareis ¿Por qué hablan estos “chalaos” de Julio César en esta sección del FanZine?
Porque tenemos la sensación de que, de alguna manera, la enfermería española está en un momento parecido al de la tardorepublica romana en la que creció Julio Cesar.
Nos creemos más de lo que realmente somos.
Llevamos años, cientos de publicaciones y entradas de blog analizando cuáles son los problemas de la enfermería española, cuáles son nuestros límites y que deberíamos hacer (o haber hecho) para ser la profesión que creemos que somos, pero llevamos los mismos años sin salir del análisis.
Aunque la mayoría de las enfermeras piensan que nuestros problemas más importantes están en nuestras Galias, Hispanias o Lusitanias particulares (que los hay sin duda), nuestros principales problemas para seguir creciendo están en la capital y en cómo nos organizamos como colectivo.
Como en esa época romana, tenemos un senado que no nos representa pero que sigue ostentando el poder de facto. Una masa profesional acomodada, aborregada y aletargada ávida de reconocimiento público pero poco dispuesta a arriesgarse a asumir las responsabilidades que lo conseguirían de una forma más directa (casi siempre pensando en que sean otros los que lo hagan y asuman el riesgo). Un cuerpo profesional que sabe que hay mundo más allá de nuestras actuales fronteras (muchas autoimpuestas) profesionales pero que no tiene ni el coraje ni la energía suficientes para atravesarlas y para explorar fuera de nuestras propias zonas de confort.
La prueba más palpable ha sido lo vivido estos días con la tramitación de la Proposición No de Ley que pretendía derogar el famoso Real Decreto 954/2015. Lo que empezó siendo un movimiento esperanzador, una propuesta que buscaba hacer un frente común, de consenso y que pretendía acabar con el desastre que empezó con la Ley del Medicamento y que tuvo su punto culminante el diciembre pasado con la publicación en el BOE de este real decreto (ciertamente Juan H. Yañez lo explica mejor en esta entrada), terminó siendo un nuevo enfrentamiento entre las fuerzas políticas, esta vez incluso representadas alguna enfermera, que han terminado tirándose los trastos y echándose mutuamente las culpas más preocupadas por sacar rédito político que por solucionar el problema.
Un puro esperpento que viene a demostrar lo lejos que estamos de ser esa profesión que estamos convencidos que somos o que puede que nunca lleguemos a ser.
Así que quizás lo que le haga falta a la enfermería española es una enfermera loca y descerebrada que sea capaz de sacarnos del letargo y de la apatía generalizada. Una especie de Julio César con capacidad de liderarnos a todos. Alguien capaz de hacernos atravesar nuestros propios rubicones.
Post publicado en el número de marzo de la revista “Nuestra Enfermería FanZine”
Julio César cruzó el Rubicón para imponer su criterio frente a Pompeyo, que era el realmente favorito del Senado... otro tipo que deseaba detentar el poder en Roma y que dejara de ser república para que pasara a ser una especie de monarquía, lo que al final llego a ser sin la presencia ni de Julio César, asesinado (senado Roma), ni de Pompeyo... igualmente asesinado(en Egipto). César entró en Roma casi sin resistencia, porque todos huyeron, para replegar fuerzas alrededor de Pompeyo y plantar batalla a Julio César. El «alea jacta est» de marras generó una guerra civil en la que salieron perdiendo sus protagonistas. El rédito lo sacó quien en esos años era un adolescente...
ResponderEliminar¿Por qué cuento esto? Pues porque así estamos nosotros desde que nos reivindicamos: en guerra civil. Al que saca la cabeza, el senado clasista y ricacho, ese que casi nadie quiere ni ha elegido, le cercena la testa y se beneficia de que nosotros mismos nos matemos; para que, cuando seamos sangre y muerte cerca de nuestro propia plaza abatida, el que está mejor colocado se apodere del poder y mangonee más aún si cabe.
Una pena y una vergüenza observar lo inane y cobarde que es nuestra profesión. Sólo cuatro sacan pecho con deseo de liderar este cotarro y otros no tardan en traicionar y cercenar miembros, cabezas y voluntades.
Yo creo que lo que de verdad necesitamos son elecciones honestas, representantes elegidos democráticamente, COE transparentes... necesitamos que la justicia que se supone caracteriza un estado democrático meta mano a tanto mamoneo que nos ahoga y nos enloda. Necesitamos legisladores honestos que nos dé marco legal-real como profesión Las guerras no son buenas: demasiada gente sale perdiendo por llevar un estandarte.
Sí, amigos, adivináis bien: yo no seré esa enfermera algo loca que tome el estandarte y cruce el Rubicón plantandole cara a nadie. Pero seguiré la estela de la que se eleve sobre los demás. Una valentía así debe ser acompañada.
Besos miles y perdonad el rollazo, me habéis tocado un tema que me apasiona.
me encanta tu comentario!!! como se nota lo que te apasiona la historia y la enfermería!!
EliminarEs cierto que el que sacó rédito personal fue el que vino detrás de Julio Cesar... pero siguiendo con el símil, quién ganó con todo el proceso fue el imperio romano. A eso me refería con el post.
Quizás haga falta un proceso similar para que se consiga todo lo que dices... pero solo es un pensamiento en voz alta en una entrada de blog. Llevas razón con que las guerras no son buenas, pero a veces son inevitables.
tu no eres esa enfermera porque no quieres!!!
un abrazo enorme Lola.
Primero, gracias por la referencia Andoni.
ResponderEliminarSegundo, no os fustiguéis tanto: los de La Camarilla se lo montaron de manera muy profesional para generar lo que hay, una "organización cautiva". Con un montón de pasta (que aportáis los colegiados), estupenda para contratar todos los jurídicos/juristas, financieros, tecnológicos, comunicadores y medios de comunicación necesarios para ello. Un tema MUY profesional. Esto no es una cosa de aficionados.
Y desgraciadamente quienes podrían haber puesto los medios para presentar batalla se ha dedicado más a pelearse entre ellos que a crear sinergias y no han sabido generar una estructura profesional, apenas voluntarismo (unos comunicados, notas de prensa y tal) y buenas intenciones (quejarse en las redes). Así que así nos va...
Es cierto que la "base profesional" pasa de todo, pero eso es porque se ha generado desde hace casi 30 años una gran desmovilización y un gran desprestigio de las organizaciones profesionales. Totalmente premeditado, totalmente existoso. Pero cambiará tan pronto como caiga esta gentecilla. Porque solo son gentecilla (con mucha pasta, eso sí).
Eso sí, me preocupa que no veo a esa "enfermera loca y descerebrada" (bueno, igual sí la conozco pero no se visibiliza ni se postula).
Un fuerte abrazo.
Como le he contestado a Lola no me fustigo... solo pienso en voz alta.
EliminarComo digo en el post, generalmente tu cuentas mejor que nosotros los entresijos y las cloacas de toda esta situación. Yo solo pretendía explicarlo con un símil.
A mi también me preocupa no ver a esa enfermera (aunque también conozco a más de una que podría serlo perfectamente). Posiblemente el principal problema de toda esta situación sea precisamente el enorme aborrega miento del cuerpo profesional.
Un abrazo y gracias por tu comentario Juan F.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarCon todo el cariño! Comentario en http://impulsoenfermero.blogspot.com.es/2017/03/explorando-lo-incomprensible-las-tres.html
ResponderEliminar(error en el anterior comentario)