viernes, 29 de junio de 2018

Un pasito pa´atrás...


El pasado mes de diciembre hice mi cuarto año como cargo intermedio y debía de ser el momento, como dice la norma, de evaluar mi puesto. Hoy es mi ultimo día antes de las vacaciones y posiblemente mi ultimo día como cargo intermedio en el hospital de La Línea así que voy a autoevaluarme yo.

En mi proyecto de gestión, del que ya hablamos en su momento, hice un total de 73 propuestas y de las que he cumplido más de la mitad de ellas; todas las que dependían directamente de mi y algunas de las que dependían de terceros.

Obviamente, las más complicadas, sobre todo, aquellas que suponían un cambio cultural y organizativo, se han quedado en el tintero entre otras cosas, porque no se ha dado el clima oportuno, medido en coste-oportunidad, para iniciarlas. Soy un troyano 2.0 pero no un descerebrado (o puede que sí).

Han sido más de 4 años de meterme en mil charcos, de querer transformar el hospital hacia otro concepto de atención. De tratar de defender y representar a un colectivo habitualmente poco reconocido y poco escuchado. Lo mismo hasta me he metido en demasiados.

Pero en este post me voy a quedar con una concreta que, de alguna manera,  yo consideraba la piedra angular y es la que me obliga, por responsabilidad, a tomar la decisión de dejar de ser cargo intermedio.

Aunque mi nombramiento, cosas del SAS, era para una Unidad de Gestión concreta, en la realidad, he sido (y hasta hoy soy) el Cargo Intermedio responsable de Atención Ambulatoria y Consultas Externas. Yo venía de pasar muchos años (más de diez) en una planta de hospitalización por lo que, inicialmente, pasé un tiempo observando lo que se hacía en las consultas.

Pocos meses después presenté un Plan Funcional de Reorganización de la actividad en Consultas Externas pensando en la realidad del nuevo hospital al que nos acabamos de mudar y que se dividía en tres bloques principales: reubicar las consultas para mejorar la accesibilidad, reorganizar el trabajo de las consultas para mejorar la eficiencia y promover la digitalización de la documentación clínica.

En la reorganización del trabajo de las consultas, pretendía, entre otras cosas, sacar a las técnicos en cuidados auxiliares de enfermería de la mayoría de las consultas (de la mesa auxiliar y lateral que se sitúa justo al lado del especialista correspondiente a un punto de atención e información fuera de la consulta) potenciando así un importante cambio del rol de ayundatía/colaboración/secretariado hacia un rol más autonómo y orientado a la atención directa al paciente sacando toda la parte burocrática  y administrativa fuera de la consulta.

Lógicamente hablo de especialistas hospitalarios porque este tipo de organización no se discute en primaria donde los médicos de familia son igual de especialistas que los de los hospitales.

Como era de esperar, esta propuesta generó innumerables resistencias tanto de las propias auxiliares, que debían salir de su zona de confort, como en la dirección médica de entonces y en los especialistas que también tenían que cambiar su rol.

Mis principales argumentos eran tres: 
1) que se potenciarían las funciones de las auxiliares, que se recogen en el artículo 81 del Estatuto del Personal Sanitario no facultativo de la Seguridad Social,  
Ayudar al Personal Auxiliar Sanitario Titulado en su cometido respecto de aquellos enfermos susceptibles de hospitalización y, en general, realizar todas aquellas actividades que, sin tener un carácter profesional sanitario, vienen a facilitar las funciones del Médico y de la Enfermera o Ayudante Técnico Sanitario.
  1. Recolección de los documentos necesarios para hacer la asistencia sanitaria a los pacientes.
  2. Recibir y orientar a los enfermos.
  3. Llevar los libros de registros, informes, volantes, etc.
  4. Preparar las ropas, ventas y demás material para curas.
  5. Ordenar el horario de visitas y distribuir a los enfermos en las diferentes áreas pertinentes según su condición física.
  6. Limpieza del material y de las vitrinas.
2) que siempre que fuera necesario el auxiliar entraría en la consulta para ayudar al especialista en lo que necesitara y 3) que se mejoraría la intimidad y se potenciaría la parte clínica del acto médico de la consulta.

Con mucha pedagogía, mucha flexibilidad en los cambios y mucha determinación, conseguimos ir haciendo avances en este sentido en muchas consultas de muchas especialidades, fundamentalmente las médicas.

Aunque con la boca pequeña, muchos especialistas y muchas auxiliares terminaron por darnos la razón y se han ido adaptando plenamente al cambio, mejorando los tiempos de consulta y la atención a los pacientes. Quizás por eso, estaba convencido de que, en el nuevo hospital se podría completar el proceso con el resto de las especialidades que faltaban.

Este verano, más de la mitad de las consultas ya funcionaban con este nuevo modelo. Pero faltaban las más complejas, faltaban aquellas donde el proceso de negociación y dialogo debería haber sido más intenso. 

Por eso, cuando llegó el momento de trasladarlas al nuevo centro, comenzaron las protestas y las presiones. Volvieron a aparecer viejos argumentos como que sus consultas son especiales y que necesitan imperiosamente a la auxiliar.

Y sus presiones han surtido el efecto que buscaban. Vanos han sido mis esfuerzos por tratar de convencerlos o de explicar que aceptar sus demandas era algo equivocado y que afecta al modelo de hospital para el futuro.

Al final no pocas consultas contarán con una auxiliar dentro, no solo para la exploración, que ha sido siempre el principal escollo, sino que se han montado terminales para seguir con el modelo tradicional.

Inexorablemente, las auxiliares van a ir, poco a poco, volviendo al interior de las consultas.

Así que no queda otra que reconocer que me equivoqué. O mejor dicho, que me confié. En el nuevo hospital, diseñado arquitectónicamente bajo este concepto en bloques y con mostradores de atención a usuarios fuera de las consultas. Da igual que se haya digitalizado casi todo el proceso (en eso también hemos fallado). 

Y no puedo evitar tener la sensación de que no he conseguido mi propósito, de que, de alguna manera he fracasado. Así que lo más responsable y los razonable es recoger los bártulos...


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jueves, 21 de junio de 2018

Ya sobre la marcha vamos viendo


El sistema sanitario necesita una repensada. Lo hemos dicho unas cuantas veces en las casi 250 entradas de este blog.

Esto ya es que lo digamos nosotros que somos unos chuflas de pacotilla, sino que incluso lo dicen abiertamente gente tan ilustre y a la que no se le puede tachar de antisistema  (como hacen con la gente como nosotros porque a nosotros no nos ocurre) como Rafael Bengoa quien lo hizo en la clausura de una conferencia hace unos días.

Esa transformación pasa necesariamente por los profesionales (ya dijimos en alguna ocasión que para tener huevos hay que cuidar a las gallinas) y por los pacientes que, mas pronto que tarde, serán el centro del sistema por ellos mismos.

Dicha transformación no pasa por ponerle una H delante a cada departamento ni por que los hospitales o los servicios de salud se abran perfiles sociales para decir que siguen haciendo las mismas cosas.

Como bien decía hace unas semanas Sole Gallardo en uno de los primeros post de su recién estrenado blog, para nada sospechosa de ser una irredenta bolchevique, pasa por dar cabida a otras formas de ver las cosas, a otras formas de hacer las cosas, a pensamientos más en el largo plazo que piensen en la transformación más que en apagar los fuegos (muchas veces autogenerados) del diario.

Sin embargo, el cambio, aunque sobre la mesa se venda como bueno, da un miedo atroz.

La dinámica de las organizaciones no va en ese sentido. Las organizaciones sanitarias, posiblemente de las mas complejas todas, tienen sus propias armas de bloqueo e inmovilización de posibles cambios.

Ya sea ante divergentes, hackers sanitarios o saltadores de obstáculos, las organizaciones tiraran de repertorio y bloquearan cualquier intento de transformación. El Principio de Peter y todas sus variantes (la peor la Sublimación Percuciente), el Principio de Dilbert o el Síndrome de Alta Exposición son las herramientas más habituales.

De esa manera, casi todas las organizaciones acaban funcionando sin mirar el futuro y solo mirando el hoy y el ayer, pagando fuegos y solventando a duras penas los problemas que parecen casi sobre la marcha. De planificación o visión estratégica, de adelantarse a los problemas o evitar las dificultades ni hablamos. Asi que en este escenario es hasta normal que la frase "siempre se ha hecho así" sea una coletilla tan habitual.

Nosotros trasladamos en un par de días a un hospital nuevo con mucho mejores instalaciones y con muchos más metros cuadrados pero que seguirá funcionando como el viejo.

En el fondo, solo hemos perdido una enorme oportunidad de empezar esa transformación. Así que seguiremos como hasta ahora pero con casa nueva... "y ya sobre la marcha vamos viendo"

Un pena.


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