lunes, 6 de noviembre de 2017

Reinos de Taifas y de euros



Hace algo mas de un mes y medio que no publicamos lo que, como hemos dicho otras veces, no significa que no estemos atentos a lo que pasa en nuestro alrededor. 

Como es obvio, en este mes y medio han pasado un montón de cosas de las que podríamos hablar.

Podríamos hablar de la destitución de Joan Carles March como director de la Escuela Andaluza de Salud Pública pero ya llegamos tarde y mucha gente ya lo ha hecho mejor que nosotros. Sin duda una destitución por razones de confianza que no puede ser explicada desde el punto de vista ni del oportunismo ni de la valoración de la gestión realizada.

Podríamos hablar de las sensaciones que tuvimos en el último congreso de ANDE donde coincidimos con viejos amigos y desvirtualizamos a grandes enfermeras a las que aún no conocíamos en tres dimensiones. Pero sería ahondar en la idea de los congresos necesitan una reconversión como muchos han comentado en #cambiacongreso.

Podríamos hablar también de la huida hacia delante de Maximo Gonzalez Jurado porque se le estrecha el cerco judicial. Pero de nuevo hay muchos otros que lo han hecho ya y bastante mejor que nosotros. Nos queda el consuelo de haber participado en el grupo de la candidatura de Carmen Ferrer a las elecciones a la presidencia del Consejo General y que, finalmente, no consiguió los avales suficientes, algo, por otra parte, que era de esperar.

Podríamos hablar del exitazo que está siendo, mes a mes, el FanZine enfermero de Fernando Campaña y de que hace ya unos meses que no participamos. Pero el FanZine se explica casi solo...

Incluso podríamos hablar de como está discurriendo el traslado escalonado de nuestro hospital al nuevo edificio... pero eso lo dejaremos para un monográfico con nuestras sensaciones.

Así que nos vamos a quedar con algo que nos ha llamado poderosamente la atención en los últimos meses.

De un tiempo a esta parte, es frecuente encontrar noticias de especialistas médicos que, aprovechando la coyuntura de falta de especialistas (de eso habría que hablar largo y tendido), amenazan con irse o directamente se van a la sanidad privada denunciado que no se les trata bien. Muy sonado y con gran repercusión pública ha sido el caso de David Farrinton en el Virgen del Rocio.

Una fuga de médicos, así lo titulan en este artículo, que a cualquiera le haría pensar al leer esas noticias que son trabajadores precarios... No vamos a decir nosotros que no haya un problema. Ya hablamos en esta entrada de la falta de magnetismo de los hospitales públicos, sobre todo de los comarcales. Pero seria incluso obsceno en la situación socioeconómica española decir sin sonrojo que son precarios. Puede que no muy bien tratados, pero precarios no.

Sin embargo, lo verdaderamente sorprendente de estas situaciones, nada infrecuentes en muchos centros, es la respuesta de las organizaciones sanitarias públicas. Sin ser consciente o siéndolo...  se vuelve a tiempos pasados donde se pagaba a precio de oro, a golpe de gratificación complementaria o incluso hiperextraordinaria, como se plantea en el borrador de decreto del que se habla en esta noticia, la actividad diaria.

El problema del magnetismo no es un problema de dinero, aunque todo el mundo reciba de buen agrado un aumento de los emolumentos mensuales, sino de modelo. 

Pagar de forma extraordinaria la actividad que debería ser ordinaria no solo es un parche que no arregla el problema sino que, además de aumentar enormemente los costes, lo termina acrecentando. Ya nos pasó en Andalucia con el complemento al rendimiento profesional.

Quizás, en este otro artículo donde otro especialista relata su salida a la privada esté la verdadera clave. El maltrato no es económico sino de hipertrofiado poder de los jefes de servicio en un modelo sanitario que, con las unidades de gestión a medio implantar, no es ni vertical ni horizontal sino de Taifas y de euros.

Así que del profesionalismo en salud del que habla este reciente documento técnico de la Escuela Andaluza de Salud Pública ni hablamos.


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