jueves, 14 de septiembre de 2017

La Tercera Ley de Newton


Esta no era la entrada con la que pensábamos reiniciar la actividad en el blog. Pretendíamos que fuera más científica, más didáctica.

Pero si algo ha caracterizado siempre a esta publicación desde su primera entrada en mayo de 2010 ha sido precisamente su vocación para servir de púlpito sobre el que opinar sin cortapisas, desde la crítica constructiva y sin equidistancias.

En una reciente entrada en la que hacíamos justo eso, decíamos que teníamos la sensación de que íbamos como pollos sin cabeza. Fue una entrada sin comentarios (como muchas otras) aunque generó alguna conversación tuitera de compañeros que compartían nuestra sensación. Obviamente también hubo quién, como en otras ocasiones, opinaba que éramos demasiado críticos y demasiado negativos en nuestra visión del sistema.

Lo sorprendente para nosotros ha sido que estos días, Jose R. Repullo, de quién nadie puede decir que sea un arribista o un bolchevique como nosotros, publicaba una entrada en la que, con mejores palabras, llegaba casi a la misma conclusión que nosotros.

En el caso concreto de nuestra realidad, pese a que han pasado ya algunos años de la parte más dura de la crisis, se está produciendo un repunte de las mareas blancas. Ya no tenemos solo un Spiriman en Granada, sino que han aparecido clones (han copiado algunas de sus herramientas de difusión) en Málaga o en Jaén y en otras muchas ciudades hay o está previsto que haya movilizaciones ciudadanas masivas (hace pocos días se ha producido una en nuestra ciudad que no tiene precedentes).

Los profesionales también se movilizan y se arremolinan en este clima de crispación continua. Surgen foros y asociaciones en todos los rincones. La capacidad de las redes sociales para aglutinar personas entorno a algo es inacabable. Se producen continuos anuncios de grandes profesionales que ante la sensación de no estar siendo bien tratados dejan la sanidad pública (aunque esto da para una entrada sobre los motivos de fondo). Las organizaciones sindicales vuelven a agitar sus banderas y a reclamar mejoras laborales. 

Los medios de comunicación publican día si y día también noticias relacionadas con nuestro sistema sanitario. Se entremezclan sin miramientos noticias que buscan hurgar en la herida, noticias con sucesos horribles (como la reciente muerte en el hospital de Valme) con noticias de autobombo que tratan de mitigar el impacto de las malas noticias pero que apenas sí lo consiguen. 

Obviamente, a dos años de las elecciones y con una herida abierta a nivel interno, los partidos de la oposición también tratan de sacar tajada del complicado momento que se está viviendo.

Al final todo termina confluyendo y mezclándose en grupos y publicaciones en Facebook@ con cientos de comentarios que, a su vez, generan nuevas publicaciones y nuevos grupos de ciudadanos entre los que se termina instalando la idea de que el sistema sanitario está en su peor momento aunque posiblemente no sea del todo cierto.

El sistema termina plegándose y puesto en modo defensa continua. La crítica constructiva, nunca bien entendida, es directamente señalada como dañina. Es tal la coraza defensiva que todo lo que se sale del "mensaje oficial" es una amenaza lo que nos conduce a un callejón donde lo fácil es separarlo todo entre "buenos y malos", como dice Federico Relimpio en esta entrada, sin entrar a ver si los buenos son de verdad buenos o los malos tan malos.

La que otrora fuera "la joya de la corona" se ha convertido en ring de disputas políticas y sociales. Como bien explica este artículo de hace unos días (que resume bastante mejor que nosotros esta situación), la política y su propaganda lo han inundado todo convirtiendo el sistema sanitario en un lodazal. Ya no es ni siquiera una cuestión de despolitizar la gestión, la política lo condiciona todo y la mayoría de los gestores, como dice Repullo, tienen nulo margen de maniobra. En este escenario los buenos gestores se transforman en mediocres y los malos directamente en pésimos.

La política, al menos en el momento actual, es cortoplacista y reactiva. Todo es propaganda y contrapropaganda. Todo es acción y reacción. Es tan reactiva que es capaz de defender a capa y espada una cosa en Andalucia y la contraria en otra comunidad (esta noticia sobre las unidades de gestión en Castilla y León es muy clarificadora).


Lejos quedó aquel sistema sanitario público andaluz que era proactivo, que tenía claro que había que planificar en el largo plazo para conseguir resultados en salud en sus ciudadanos en el medio plazo. Lejos quedó aquel sistema sanitario que planificaba con visión estratégica para convertir en realidad las políticas sanitarias. Lejos quedó aquel sistema sanitario público andaluz que era mirado con envidia por otras comunidades, que era ejemplo de iniciativas exitosas y proyectos novedosos.

Hoy todo es inmediato. Hoy se ejecuta lo que el político dijo ayer. Todo se hace como reacción a otra cosa. Muchas decisiones y propuestas se quedan en nada porque al día siguiente aparece una contrapropuesta en respuesta a un titular, una amenaza de movilización, una pregunta parlamentaria o una nota de prensa. Los responsables y gestores viven en una sensación permanente de cuerda floja.

Y así, dominados por la tercera ley de Newton e "intervenidos" por las tensiones políticas es fácil de entender que sea difícil tomar decisiones correctas sin riesgo a equivocarse. Así es difícil abrir un hospital nuevo sin generar nuevos incidentes que sirvan para seguir avivando las ascuas en una especie de espiral incendiaria sin fin.

Si nadie pone fin a este sindios la imagen del sistema sanitario público ya de por sí muy maltrecha seguirá deteriorándose, sirviendo de pasto para los buitres de siempre. Pero, sobre todo, perderemos ciudadanos y profesionales.


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