viernes, 12 de diciembre de 2014

Se hace camino al andar #EnfermeriaVisible



Como muchos recordareis, hace unas semanas, un grupo de enfermeras molestas por como se habia desarrollado la rueda de prensa en la que se nos comunicó la curación de Teresa, iniciamos una campaña social bajo el HT #EnfermeriaVisible que tuvo cierto impacto social e incluso algún impacto en prensa escrita y radio nacional.

Lejos de lo que pudiera parecer, dicho grupo ha seguido trabajando bajo la misma idea: reclamar más presencia de enfermería y un mayor reconocimiento a nuestra labor como pilar fundamental del sistema sanitario. Una reivindicación que no va contra nadie, más bien todo lo contrario, una reivindicación contra nosotras mismas.

Una pequeña parte de lo que ya tenemos preparado puedes verlo en la web de la iniciativa.

Fruto de este periodo de reflexión y como primera de las iniciativas que vamos a llevar a cabo bajo #EnfermeriaVisible, hemos decidido que el día de hoy, 12 de Diciembre, lo vamos a convertir en el Día Internacional por la Visibilidad Enfermera (si, otro más).

Y ya que es la primera edición de este día conmemorativo, hemos pensado que es el momento perfecto para lanzar el Manifiesto por una #EnfermeríaVisible.


Nuestra intención es volver a generar una corriente de opinión y que, de nuevo, se debata en las redes sobre este asunto. Pero conscientes de que el gran lastre de nuestra invisibilidad no está en las redes sociales, queremos llegar más allá,  hasta las enfermeras de a pie.

Y para ello necesitamos de tu ayuda.

Te pedimos que nos ayudes a difundir, propagar y promocionar este manifiesto. Que te animes a ir a nuestra web y lo suscribas personal o institucionalmente.  Incluso, si eres bloguero sanitario, te pedimos que te atrevas a publicar un post junto a nosotros en tu blog o, yendo más allá, colabores suscribiéndolo públicamente en la web de la iniciativa e incluyendo nuestro logo en el banner lateral de tu blog redirigiendolo al manifiesto.

Aunque solo es un paso... es el primero de muchos mas. Solo así se hace camino.


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martes, 9 de diciembre de 2014

(mal)pensando en voz alta


Hace un mes desde nuestra última entrada en el blog, pero es que estamos enfrascados en mil y un temas y el día no da para más.

Son muchas las cosas que han pasado en estos días de las que podríamos hablar. 

Podríamos hablar de la forma en la que algunas organizaciones, habituales en el espacio de la inacción y del mirar para otro lado, están haciendo un uso aprovechado de la iniciativa #EnfermeriaVisible.

Podríamos hablar de dónde están los que dicen ser nuestros representantes (colegiales y sindicales) cuando, tras aparentemente negociar durante meses, se termina publicando una norma que "excluye explícitamente" a las enfermeras de dirigir una unidad de gestión siempre que haya algún médico en ella, con el "novedoso" argumento de que una enfermera no puede mandar sobre un médico.

Podríamos hablar de la destitución-camuflada-de-dimisión de la Ministra de Sanidad por temas nada sanitarios o de la destitución del Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid por decir lo que, en el fondo, piensan muchos de los médicos de las viejas (y no tan viejas) élites de este país.

Pero nos vamos a quedar con algo que hemos aprendido en el último módulo del Experto que andamos haciendo por tierras granadinas.

En los últimos tres días nos han enseñado cuál es el método para calcular la financiación de la sanidad y de los centros sanitarios, que cada comunidad autónoma tiene un sistema de contabilidad analítica para monitorizar los costes, que el que existe en Andalucía para comparar centros y unidades es de libre acceso (sí, sí, de libre acceso) y, lo mejor, que se puede y se debe medir la eficiencia de las unidades mediante herramientas (algunas gratuitas) de Análisis de la Eficiencia Relativa de las organizaciones sanitarias mediante métodos frontera.

Y vuelve uno a casa con cara de medio tonto (si no de tonto integral) con una cuestión que ronda en la cabeza... Si se puede medir la eficiencia de las unidades ¿Por qué los ajustes se hacen siempre de forma lineal y en igual intensidad para todas la unidades sin medir productividad, eficiencia y costes marginales? 

Las respuestas posibles solo señalan en un sentido. ¿Es posible que no quieran o no sepan monitorizar la eficiencia de las unidades y que por inacción, desconocimiento, complacencia o dejación, los responsables de imponer dichos ajustes deriven su responsabilidad hacia los gestores intermedios y finales?

Que cada cuál responda a esta pregunta según su experiencia. La conclusión a la que  llegamos en este blog la imaginará cualquiera que nos lea.

Al final va a ser verdad que no es bueno aprender demasiado porque puede ser revelador.

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martes, 4 de noviembre de 2014

LET IT GO


Aunque el germen de lo que empezó en una conversación tuitera y terminó siendo una campaña viral reclamando más visibilidad para una parte del equipo sanitario (fundamentalmente las enfermeras) aun se está madurando (y pronto verá la luz en enfermeriavisible.es), las últimas declaraciones del que dice ser nuestro "máximo" representante (no sé si es peor ésta o ésta) hacen necesaria una pequeña explicación para propios y extraños.

Es evidente que ya no somos aquel oficio servil y sirviente de finales de los setenta y principios de los ochenta. Ya no le ponemos la bata o los guantes a nadie. Ya no preparamos el café a nadie. Ya no le rellenamos las recetas a nadie (o, al menos, no deberíamos hacerlo). Y aunque nos sigan juzgando por unas normas que piensan que esto sigue siendo así, utilizar el victimismo no tiene mucho sentido. 

Es evidente que, aunque la vocación (como en otras profesiones sanitarias) es una de nuestras señas, ya no es central en nuestra identidad. Nos hemos convertido en una profesión sanitaria con un cuerpo propio de conocimientos y un cometido claro e independiente: cuidar, lo que no quita que participemos activamente en el proceloso y complejo proceso de curar (al igual que los demás también participan en el proceso de cuidar).

Es evidente también que, en condiciones ideales, lo mejor es el trabajo en equipo. Obviamente, en estas condiciones lo mejor, como bien reclaman Serafín y Ana de Pablo en sus post (aquí y aquí), sería que todas las partes del puzzle encajaran. Coincido plenamente con el fondo y lo que defienden. Pero no siempre se dan las condiciones ideales.

Es más, lo más habitual es que no se dan esas condiciones ideales. Es demasiado frecuente que no se den esas condiciones ideales.

Esta campaña no fue más que un "basta ya".  Posiblemente más un reclamo hacia las tripas de la profesión que hacia aquellos que se han sentido señalados. Aunque también una llamada de atención a esos que sacralizan el trabajo en equipo pero desde una posición predominante e inamovible. Una reclamación hacia muchas enfermeras de trinchera que están cómodas en el anonimato pero también una reclamación a los medios que buscan el efectismo de una foto donde falta una parte (para todos) fundamental del equipo. 

El problema es que muchas enfermeras, posiblemente las más jóvenes y activas (y por qué no decirlo, también bastante preparadas) están hartas.

Hartas de tener un poder enorme pero tener que mantenerlo oculto por el bien de todos, por la armonía del sistema. 

Hartas de ser la profesión más numerosa de nuestro sistema sanitario y no estar sentadas en los sitios donde se toman las decisiones importantes para todo el sistema. 

Hartas de ser muy bien consideradas por los pacientes (las encuestas de satisfacción están ahí) pero que les sigan llamando muchacha o niña (no hace falta contraponerlo con el tratamiento que reciben otras profesiones).

Hartas de ser una profesión universitaria desde hace más de 30 años pero que, a diario, y desde cualquier estamento o medio, se les siga llamando ATS.

No es una cuestión de ir contra nadie sino de reclamar lo que consideramos justo. No es revanchismo, ni victimismo ni siquiera separatismo. 

Y llegados a este punto me acuerdo de mi hija Vera y de una película de Disney que ve una y otra vez. Me acuerdo del momento en el que Elsa, la protagonista de Frozen, harta de no poder ser quien de verdad es, de tener que conciliar entre todos los demás , de no poder mostrar sus capacidades, de hacer un papel, de ser obediente, explota en la oscarizada canción "Let it go". 

En definitiva harta.  

Al igual que ella, es el momento de que la enfermería lo deje salir. Queremos que salga todo ese hartazgo. No queremos seguir en la sombra. 


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sábado, 25 de octubre de 2014

LO QUE NO SE VE, EXISTE. LA ENFERMERA INVISIBLE #EnfermeriaVisible


Ya está bien.

Porque ya está bien que nuestro trabajo, ese que es, como mínimo, igual de importante que otros, permanezca siempre en la sombra.

Porque ya está bien de que los que nos representan solo quieran salir en la foto cuando es a ellos a los que beneficia y no se peleen porque sean las enfermeras de la trinchera las que salgan como salen otros.

Porque ya está bien de que los medios de comunicación nos obvien, nos ninguneen y nos eludan.

Porque ya está bien que tengan que ser otros como Juan F. Hernández Yañez (su post es un imprescindible) o Javier Padilla (puedes leer su su post aquí) los que salgan a defendernos y no nuestras Directoras de Enfermería, Decanas y Presidentes de Colegios.

La rueda de prensa ofrecida antes de ayer ha sido la gota que colma el vaso.

Que solo salga el equipo médico que ha atendido a Teresa Romero, no solo es una ofensa  a la enfermería española sino que es una desconsideración a la propia Teresa ya que obvia a sus compañeros, al resto del equipo sanitario, ese que ha copado más del 90% de las actuaciones y que ha asumido, por tanto, el 90% del riesgo.

Ese grupo de profesionales que han participado en sus cuidados y que seguirán participando en el cuidado de los que, esperemos que no pase, contagiados por el virus EVE en España.

Por nosotros, por ellos, por toda la enfermería, por la propia Teresa, ayudamos a difundir esta carta dirigida a los Directores de los Medios de Comunicación de España para que dejen de obviar a la profesión mayoritaria de la sanidad pública española.

Y si puedes, firma esta petición para que nuestra reclamación tenga más fuerza.




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miércoles, 22 de octubre de 2014

Los renglones torcidos de la gestión


Cuanto más leemos sobre gestión, más convencidos estamos de lo que nos queda por aprender. En este campo, como en muchos otros, también se está en beta permanente.

Aún así, es innegable que hemos aprendido mucho en los últimos años. 

Y una de las cosas que hemos aprendido (y que ya defendíamos en etapas anteriores) es que las organizaciones tienen que tomar sus decisiones en consonancia con su planificación estratégica y sobre datos fiables.

Por eso, cuando nos convocan a una reunión o tenemos que tomar alguna decisión importante, solemos buscar fuentes de información, datos de actividad, datos con los que comparar, elaboramos nuestras hojas de cálculo, generamos gráficos y tablas,   escribimos "sesudos" informes e, incluso, los enviamos con anterioridad a los demás convocados a la reunión.

Con esto pensamos que vamos "bien armados" a las reuniones. Y es verdad, en cuanto empieza la reunión, entra una enorme angustia al comprobar que casi nadie ha leído nuestros informes y no es que estemos bien armados, sino que somos casi los únicos que acudimos preparados.

Aún así no perdemos la esperanza en la especie humana, ni siquiera en la subespecie gestora. Seguimos preparando las reuniones con la misma metodología, tratando de tomar las decisiones basándonos en la  mejor y mayor información posible.

Sin embargo, lo que nos enerva, nos consume y nos lleva al borde del episodio esquizoide es que la defensa del chiringuito propio, el desmontaje del chiringuito ajeno, la excusa del colectivo propio, el ataque al colectivo ajeno, la justificación de la incompetencia propia, la envidia del éxito ajeno, proteger las prebendas cuasi-consolidadas, las amenazadas veladas, la palabra "dada" o los compromisos "de pasillo" (y así hasta el infinito) son el principal criterio para tomar decisiones directivas, con lo que, como es lógico, suelen ser tan poco consistentes y fundamentadas, que casi siempre termina primando el "donde dije digo digo Diego".

Da igual que alguien haya leído lo poco o lo mucho que se ha aportado a la reunión, da igual que alguien pretenda tener una visión estratégica o a medio/largo plazo, lo verdaderamente estremecedor es que, al final, los datos, la evidencia, el sentido común e incluso el paciente terminan importando un pimiento.


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martes, 30 de septiembre de 2014

A la cuenta de la vieja

Hace unas cuantas semanas, la noticia de que España está a la cola de Europa en número de camas hospitalarias genero cierto revuelo en las redes sociales.

La noticia me hizo recordar un excelente post del blog Regimen Sanitatis, unos de nuestros blogs de cabecera. En él, se hace una fantástica explicación de como deberían calcular el número de camas hospitalarias necesarias. La conclusión a la que llega Rodrigo es que muchas camas no sobran. 

En este mismo post, se nos enlaza a otro post de Salud con Cosas, otro de los imprescindibles, donde analiza las razones por las que cerrar camas en periodos de baja frecuentación. Miguel Angel termina diciendo que, lo mismo, no es tan irracional cerrar camas.

¿Pero las camas se cierran por eso? O mejor dicho, ¿las camas se reducen de verdad por una reducción de la actividad?. Y aquí es donde consideramos que está la verdadera clave. Y claro, leyendo múltiples noticias sobre colapsos en servicios de urgencias, lo mismo siempre no es esa la razón.

Es Vox Populi que, en la mayoría de los casos, el decisorio político (los gerentes se incluyen en este grupo) decide reducir las camas como medida cortoplacista y facilona para ajustar de un plumazo el ya de por si maltrecho capítulo I de los centros. La base del fundamento es simple, si quitamos camas nos sobran enfermeras. Y si sobran enfermeras, que son mayoría en el sistema, tenemos que contratar muchas menos sustitutas.

Tristemente pocos de ellos leen el blog Medico Crítico, otro de los que consideramos imprescindibles, que en este post explica perfectamente como, puestos a reducir plantilla, lo mejor no siempre es recortar la plantilla de enfermeras como también dijo hace unos meses este artículo de El Mundo. 

Pero claro, eso es más fácil que reducir continuidades, reducir guardias localizadas o reducir el numero de especialistas.

Por tanto, el problema no es de camas hospitalarias, de reducción de estancias o de indices de ocupación. El problema es que nuestros sesudos gestores con capacidad de decisión no toman las decisiones mediante mineria de datos, ni a través de los sistemas de mejora continua , ni de los modelos de planificación estratégica de Mintzberg, sino que utilizan un método más simple. 

Su método es la cuenta de la vieja.

Desafortunadamente, no son conscientes (o si) del desangramiento de capital humano (no solo se pierden profesionales sino que con ellos se van competencias, conocimientos y actitudes) que se está produciendo en nuestras organizaciones.

Tampoco lo son de que sólo gracias al esfuerzo de ese capital humano (del que queda) se puede entender que estas medidas y la progresiva reducción del gasto sanitario de los últimos años apenas afecten al normal funcionamiento de los centros y que, por eso, nuestra sanidad siga entre las mejores de Europa.

Y, por último, tampoco lo son de que, en el fondo, contando solo con los dedos, no están consiguiendo reducir el gasto hospitalario... sino todo lo contrario.

Mientras esperamos respuestas, contaremos estrellas...


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domingo, 7 de septiembre de 2014

Al turrón... y mucha suerte!!


Todo aquel que mantiene un blog, sea de la temática que sea, sabe cuanto tiempo y esfuerzo requiere. Esto del 2.0, como diría la gran Mónica Moro, genera muchas cosas además de tremendas ojeras.

A parte de la inquietud y las ganas de contar algo, escribir una entrada y, sobre todo, la necesaria e imprescindible interacción con los que participan con sus comentarios directamente en el blog o a través de redes sociales necesita tiempo y dedicación.

Por eso, ver gente de la blogosfera sanitaria que publica casi a diario como Miguel Ángel Manyez nos parece loable o ver gente como Iñaki González o Salva Meijome que participan activamente en más de un blog nos parece encomiable.


Más aún dada nuestra nueva situación en la que ya no tenemos esas fantásticas e hiperproductivas noches con Carlos Núñez para debatir, conspirar y publicar entradas cada semana.

Por eso mismo, que unos de los más prolíficos tandems de bloggeros sanitarios (y además enfermeros) hayan decidido a dar el salto de montar una #startup entorno a su idea de seguir produciendo contenidos 2.0 bajo su propia denominación, nos parece, además de heroico, digno de elogio.

Y es que los turroneros (así es como cariñosamente conocemos a los editores del blog Cuidando.es, uno de los blogs sanitarios más visitados e influyentes) no tenían bastante con haber creado ya toda una Factoría llena de proyectos, buenas ideas y aún mejores intenciones, que han decidido hacerla crecer mediante una web especializada en Congresos de Salud.

Una idea cojonuda, muy versátil y gratuita para la mayoría de los eventos que incluye un buscador de eventos, un mapa de localización o enlace a recursos de interés pero que, como es comprensible, también tendrá una versión freemium para las empresas y organizaciones que quieran servicios extras. En este post lo explican mucho mejor que yo.

En definitiva, que los turroneros han ido juntando la almendra, la miel, la clara del huevo y el azúcar y ya tienen turrón para todas las necesidades.

Desde aquí nuestros mejores deseos en esta nueva aventura que seguro será un éxito. 

Es un orgullo estar entre la lista de amigashos de estos dos pedazos de "emprendedores" e "inquietos" enfermeros.





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martes, 19 de agosto de 2014

Debates asimétricos


Hace unos días se ha producido en las redes sociales un interesante debate entorno al tema del Doctorado en Enfermería propiciado por Enrique Castro y que posteriormente Virginia Salinas ha materializado en el Blog de la Factoria Cuidando en un post muy bien estructurado y escrito, completado con no menos buenos comentarios. 

Sin embargo, una vez leídos todos lo comentarios y su posterior reflexión, el debate me ha dejado un sabor agridulce. Tanto que no me he atrevido a participar.

Y es agridulce por dos razones fundamentales.

La primera es que, pese a que insisto que ha sido un debate muy interesante, me da la impresión de que este tipo de debates están totalmente superados en otras profesiones. No he leído ningún blog médico donde se ponga en duda la posibilidad de doctorarse como parte del desarrollo profesional de cada cuál y, por tanto, que se ponga en duda que dicho esfuerzo personal y académico deba ser tenido en cuenta en cualquier proceso donde el desarrollo curricular es la vara de medir o que dicho esfuerzo incapacite o inhabilite para dedicarse a la clínica. El doctorado es un proceso complejo y que requiere un esfuerzo considerable y no puede ser comparado con un curso de 250 horas de una entidad de dudosa reputación que muchos hemos hecho (si, lo reconozco) para subir unos puntitos en la bolsa de trabajo. 

Pero la segunda es quizás la que más me preocupa, porque no dejo de pensar si es eso lo que de verdad preocupa al grueso de la profesión. Mientras nuestras élites (os considero la élite de la profesión) debate sobre si el doctorado debería contar en las bolsas de trabajo, las enfermeras numerarias de la mayoría de los centros hablan de condiciones laborales, de los ajustes en las plantillas, de falta de liderazgo en la profesión o de cosas mucho más mundanas y del diario.

Y un ejemplo caro de esto son los debates casi diarios en el grupo Curas y Heridas en torno a las barbaridades que se siguen indicando en muchas heridas crónicas (gracias Cal River por contarnos las últimas novedades terapéuticas de tu zona básica) o la llamada de atención del colectivo 6000 enfermeras en esta reciente entrada.



No digo con esto que no se deba debatir sobre el doctorado (faltaría más). Tendremos que debatir sobre el doctorado, sobre taxonomía, sobre evidencia científica y más. 

Tan solo que me da la impresión de que, sin querer, generamos una enorme asimetría entre lo que muchos blogueros (entre los que me incluyo) consideramos asuntos de interés y lo que de verdad interesa al común de las enfermeras.

Y esa asimetría no me gusta...


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jueves, 24 de julio de 2014

Los 300


No es la primera vez que utilizamos una película como referencia para uno de nuestros post. Creemos que sirven perfectamente de ilustración de muchas situaciones cotidianas.

En este post queremos contar lo que le ocurre a un grupo de 300 pacientes aguerridos que, como los espartanos en la Batalla de Las Termópilas, se encuentran en un embudo, en un paso estrecho dentro del sistema sanitario. Y como en el caso de Leónidas, éstos son solo 300 pero representan a muchos más.

Pese a que nuestro sistema sanitario es un sistema garantista basado en principios como la universalidad, la igualdad o la equidad, existen puntos oscuros que generan justo el efecto contrario, a la vez que un importante efecto negativo para la imagen pública de las organizaciones sanitarias.

Concretamente en Andalucía, con el fin de conseguir garantizar la respuesta del sistema a las necesidades de los pacientes y asegurar una pronta respuesta a sus problemas, en 2001 y 2004 se publicaron el Decreto que garantiza el plazo de respuesta quirúrgica y el Decreto que garantiza el plazo de respuesta en procesos asistenciales, primeras consultas de asistencia especializada y procedimientos diagnósticos en el SSPA.

Todo haría pensar que con decretos como éstos, no debería haber andaluces esperando una intervención quirúrgica, una consulta de especialista o una prueba diagnóstica. Al menos eso dicen los datos públicos.

Pero de nuevo la realidad es tozuda. Basta con ver noticias como ésta para saber, independientemente del origen de las mismas, que no todos los pacientes son atendidos según estos plazos.

Y ahí es donde entran nuestros 300. Porque estos decretos establecen los plazos máximos de respuesta para una serie de procedimientos, consultas y pruebas, pero no establece ningún criterio para aquellos procedimientos o pruebas que no se listan en ellos. Esto provoca que por el simplismo de algunos gestores, la falta de registros de las pruebas fuera del decreto y la tiranía de los indicadores, situaciones que están muy lejos de la universalidad, de la equidad o del sentido común.

Mientras el sistema se jacta públicamente (para ello hay una web para consultar las demoras) de cumplir estos decretos, en la cara B de las organizaciones se generan enormes listas o bolsas de pacientes que ni siquiera pueden ser derivados a los centros concertados (que están concertados precisamente para cumplir las garantías de respuesta)

Entre nuestros 300 hay personas que llevan más de 2 años esperando una prueba diagnóstica. Más de 2 años sin que el sistema les pueda dar una respuesta concluyente en forma de plazo concreto. Más de 2 años sin que el sistema les haya podido decir que no padecen ninguna enfermedad importante (aunque puede que la padezcan)

Es tanta la espera que muchos terminan en la privada donde la respuesta, además de rápida, suele consistir en ofrecer todo aquello que no ofrece (aunque podría) la asistencia pública. Otros muchos optan por la reclamación o una queja al Defensor del Pueblo Andaluz, ganando algunos puestos, generando incomodidad entre los que toman las decisiones y, con suerte, adelantando algunos puestos en la lista de espera. Otros muchos son ingresados (puede que tras pasar por una consulta privada) como vía alternativa a la inamovible lista de espera y conseguir así forzar al sistema. En definitiva, soluciones que directa o indirectamente, en forma de impacto negativo o sobrecoste, afectan negativamente a lo público.

La cuestión es que, independientemente de la vía elegida, generalmente ligada a las posibilidades socioeconómicas del paciente, son pocos los que salen de la lista con lo que, cada mes, volvemos a tener 300 para los que no tenemos (aunque deberíamos tener) una respuesta.

300 personas a las que un especialista les ha solicitado una prueba para, en el mejor de los casos,  diagnosticar un proceso banal o descartar un proceso patológico. 300 personas que, sorprendentemente, esperan cada día pacientemente su turno.

No podemos esperar, por tanto, que estos 300 (y sus familiares y amigos) hablen bien de un sistema que no los está tratando, como mínimo, como al resto. No podemos sorprendernos si estos 300 (y sus familiares y amigos) pongan cara de pocos amigos cuando la consejera da una rueda de prensa diciendo que no hay esperas quirúrgicas en Andalucía.

Yo, que ahora soy responsable de contestar sus reclamaciones, no puedo más que darles la razón, pedirles disculpas en nombre de la organización y expresarles mi compromiso de que, cada día, trataremos de acabar con esta injusticia.


Nota: Este post se escribió en mayo pero tras una reunión en la que se estableció el compromiso de dar una solución al problema de los 300, se quedó en barbecho. La rueda de prensa de la Consejera detallando las esperas quirúricas a fecha de hoy me ha recordado que el problema sigue sin tener una solución.

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