sábado, 29 de junio de 2013

todo es mentira


El pasado día 27 fuimos invitados a participar como ponentes en el Seminario de Innovación que cada mes organiza la Dirección General de Calidad, Investigacion, Desarrollo e Innovación.

En esta ocasión, el tema a tratar eran las Innovaciones Organizativas y Asistenciales por lo que nos pidieron que participáramos con un par de presentaciones contando nuestra experiencia con la Unidad de Innovación y con algunas de las ideas que hemos recopilado en este último año.

Desde la invitación lo tuvimos claro. Aunque la mayoría de los que acuden a estos eventos tratan de contar sus éxitos, nosotros queríamos hablar de lo contrario, queríamos hablar de lo contrario.

La mayoría acude a estos eventos con una necesidad imperiosa de contarle a un público entregado en que están empeñando sus esfuerzos en una clara expresión de que, en sus centros, poca gente lo hace con suficiente vehemencia. Muchas de las ideas expuestas fueron muy interesantes y replicables en más centros.

Lo que pasa es que nosotros, a estas altura de la película y con la espalda plagada de flechazos como diría el gran Julio Mayol, ya hemos superado esa necesidad, lógica por otra parte, y ya no nos reconfortan las palmaditas en la espalda, los "contáis con mi apoyo" y otras frases hechas habituales. A estas alturas queremos recursos y decisiones.

Y por eso, lejos de hablar de éxitos, decidimos hablar de fracaso. 

Por supuesto del nuestro propio, porque, después de un año, no hemos conseguido  canalizar nuestra inquietud para dejar de ser Troyanos 2.0 ni impulsar la cultura innovadora de verdad. De lo de transformar el concepto de hospital, lógicamente, ni hablamos.

Pero, sobre todo, el fracaso de nuestra organización que, pese a estos eventos que tienen cierto efecto positivo (aunque muy limitado), en general no entiende la innovación como una oportunidad sino como una amenaza flagrante a sus aposentados e inmovilistas cimientos y desperdicia, a diario, miles de buenas ideas o hace que muchos afanados e ilusionados profesionales se choquen con innumerables muros o se enfanguen buscando a aquel que posee la llave correcta que abre la puerta correcta.

Como muestra pusimos 4 ideas (de las 30 recopiladas) que se podrían haber convertido en soluciones organizativas si el aquel que tiene capacidad para decidir y manejar los recursos las hubiera considerado una prioridad. 

Aún así, mantenemos intacta nuestra ilusión, nuestro ímpetu por hacer cosas diferentes con la intención de conseguir resultados distintos, nuestro compromiso con la organización y nuestras ganas de seguir abriendo puertas, pero mientras no encontremos respuestas reales, comprometidas y fiables, pensaremos que, como en aquella estupenda película protagonizada por Coque Malla, todo es mentira.




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lunes, 24 de junio de 2013

Nadie nace sabiendo #conLdeEnfermera



Llegando el periodo estival, es frecuente encontrar en los centros sanitarios de España muchas caras nuevas y sonrientes, risueñas y temerosas, dispuestas y obedientes, deseosas de empezar con la tarea. 

Es fácil reconocerlas porque van vestidas con pijamas impolutos y nuevecitos llevan una mochila en ristre cargada de ilusión y mil cosas más: un fonendoscopio caro y reluciente (seguramente regalo de alguien en la graduación), una libretilla repleta de notas recogidas durante las prácticas, un juego de bolígrafos de diferentes colores (algún día le dedicaremos un post a la enfermería y los cuatro colores), un rotulador indeleble y unas tijeras de pico de pato.

Sin duda, esas caritas sonrientes son la nueva hornada de enfermeras que vienen a sustituirnos en nuestros puestos durante las vacaciones. Esas caras poco familiares pero felices trabajarán como nosotros o más si cabe.

Terminar un ciclo formativo o una carrera universitaria no quiere decir que estés preparado para enfrentarte con los rigores del trabajo real. Con el título, lo que te expiden es una licencia, un salvoconducto que te permite acceder al mercado de trabajo por una nueva entrada.

Pero por mucho que lo deseen nuestras empresas, nuestros compañeros o los pacientes, no son como nosotros. No han tenido margen para añadir experiencia y años de trinchera a su mochila curricular. Eso sí, esa falta de madurez y de experiencia la compensan, en la mayoría de los casos, con mucho tesón, una ilusión desbordante y una energía vital envidiable. Aprenden rápido... a la fuerza ahorcan.

La cuestión es que, a diferencia de otras profesiones que tienen periodos de formación práctica postgrado (los periodos de residencia, la pasantía de los abogados, los periodos de becario de los periodistas), las enfermeras terminamos el periodo formativo y vamos a currar donde nos contraten (y siempre salimos locos por que nos contraten) con nuestra bisoñéz, esa mochila y algunos pocos días de experiencia, si hemos estado antes en otro sitio, como único bagaje.

Es cierto que hay un contenido práctico durante el grado, pero no es lo mismo acompañar mirando desde detrás del hombro como alguien cura una úlcera por presión que tener que curarla tu. Y no hablamos de una urgencia o una emergencia vital.

Sin embargo, el sistema eso no lo piensa. El sistema necesita mano de obra y la tiene. La capacitación la da el título... por eso ocurren desgracias (aunque muchas menos de las posibles) como la del Caso Ryan.

Y tampoco lo piensa el paciente o su familia. No tienen que pensarlo. Su nivel de exigencia no merma ante las caritas sonrientes porque no tiene porque hacerlo. Podrán ser más o menos comprensivos pero el nivel de responsabilidad no entiende de años de experiencia.

Por eso es nuestra responsabilidad, la de todos sus compañeros, como enfermeros que una vez pasamos por lo mismo, acompañarlos por este tránsito. Porque las que hoy llevan la L de enfermera, algún día, verán el sistema desde nuestra situación y será su responsabilidad tratar de mejorarlo como lo hacemos nosotros.

Si no les ayudamos, si no las acompañamos, si caemos en la simpleza de señalar al nuevo como responsable de nuestras miserias estivales, estaremos haciendo lo mismo que alguno hizo con nosotros aunque no hayamos olvidado. Pero, sobre todo, tenemos que ser exigentes con nuestras organizaciones para que tengan en cuenta estas particularidades y articulen estrategias de inserción más adecuadas. 

Porque nadie nace sabiendo, y las enfermeras no somos una excepción.

Este post es parte de una campaña ideada por Miguel Garvi y Ruth López. Puedes saber más sobre ella en Con L de Enfermera.



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jueves, 6 de junio de 2013

Comprometidos si, pero contigo no




Hoy teníamos previsto publicar una entrada pero iba a ser una entrada muy diferente. Tenía hasta título, e iba a llamar "Ya me cansé" como aquella canción de Alejandro Sanz y en ella ibamos a contar, con cierta alegría, que después de varios años de pelea habíamos decidido dejar de ser troyanos para tratar de cambiar el sistema desde dentro. 

Ibamos a contar que nos presentábamos a unas recientes y sorpresivas convocatorias (aunque llevabamos casi 3 años esperándolas) para ser Supervisor de Cuidados de nuestra planta.

En la entrada ibamos a contar como, después de haber intentado cambiar nuestra organización desde casi todas las caras del poliédrico prisma que es la organización sanitaria, habíamos llegado al convencimiento que para cambiarle el paso a ese gigantesco titán solo se podía hacer desde dentro.

En todos estos años hemos pasado por varias etapas: hemos sido ingenuos y crédulos profesionales, belicosos y beligerantes sindicalistas, blogueros de pro, docentes de planes de formación internos, reconvertidos referentes e incluso impulsores de iniciativas innovadoras.

En esta última etapa como innovadores innovadores ha sido la vez que más cerca hemos estado de las entrañas de la organización. Sin embargo, al no participar del organigrama tradicional, gran parte del esfuerzo en tiempo y recursos (que sobre todo han hecho nuestras familias y nuestros bolsillos) han servido de poco.

En diciembre dijimos basta para tratar de buscar una solución. Queríamos seguir haciendo cosas pero queríamos hacerlas bien. Desde entonces nos hemos reunido con casi todos los estamentos posibles del SSPA (solo nos queda un Director General con el que nos reunimos mañana) para buscar una salida a nuestra situación. Claramente habíamos engendrado un innovador monstruo demasiado innovador para una organización tan anquilosada y oxidada que necesita una instancia "pa tirarse un peo" . 

En esas reuniones hemos hecho todas las propuestas posibles: cambiar de turno, una dedicación parcial, asumir otras responsabilidades, asumir más responsabilidades, ocupar temporalmente plazas vacantes, depender de otras personas, depender de otros organismos, etc.

Por eso cuando hace unos días conocimos la convocatoria nos regocijamos. Era una salida que nos permitiría estar en el horario en el que funciona casi todo en esta organización y tener capacidad de maniobra para seguir haciendo cosas. Y como somos conscientes de que no somos precisamente "los favoritos", decidimos hacer un muy buen proyecto. Por eso hemos estado desaparecidos tantos días...

Antes de ayer, último día de plazo, presentamos nuestros solicitudes, nuestra documentación y nuestros proyectos. La suerte estaba echada y era cuestión de defender bien el proyecto en igualdad de condiciones que los demás aspirantes.

Pero la realidad suele ser de una tozudez tan aplastante que merma las motivaciones mas consistentes. Y la realidad se nos apareció ayer en forma de resolución que anulaba la convocatoria. El mismo día que se acababa el plazo de presentación de solicitudes, alguien se lo pensó mejor y decidió anular el proceso para evitar que alguno de los dos llegará a ganar la plaza. Una triquiñuela legal pero de una incorrección en los modos y las formas propia de alguien que tiene más miedo que vergüenza.

Una tropelía de alguien que, en su soberbia insensatez piensa que, después de todo lo recorrido (una situación muy parecida a ésta la vivimos hace 8 años), vamos a bajar los brazos sin más. 

Todavia habrá quién diga que lo mismo es porque no estamos suficientemente comprometidos... A esos que lo piensan o lo dicen es fácil contestarles, con el Sistema Sanitario Público de Andalucia si, pero con algunas de las personas que deciden dentro de él, claramente no.


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lunes, 3 de junio de 2013

A mi también #meJODEquenoPAGUEN



Hace ya unos días que no publicamos nada. Como muchos de vosotros andamos metidos en mil historias. Que si un master, que si un curso de la EASP, que si un proyecto (del que hablaremos en breve), que si CGInnova.

Y es este último proyecto el que nos saca de este breve periodo de desconexión. Y no por sus sombras (que tiene muchas y algún día hablaremos de como estamos aprendiendo del fracaso que es) sino porque una de sus pocas luces se está viendo empañada por la inmensa torpeza de un sistema que no sabe cuidar las cosas buenas que tiene.

Y no nos referimos a nosotros... Nos referimos a la desagradable situación que está viviendo Manuel Escobar, gerente de BIOCAPAX, empresa que fue la primera en creer en nuestro proyecto, en ofrecerse desinteresadamente a colaborar pese a que no ofrecíamos dinero sino trabajo y esfuerzo. Y lo hizo ya con facturas pendientes de cobro de una empresa pública.

La cuestión es que BIOCAPAX lógicamente no vive del aire. No vive de hacer apps gratis para nosotros. Entre otras cosas vive de dar servicios especializados a empresas entre las que se encuentran hospitales públicos.

Y como todas las empresas necesita cobrar por los servicios que presta, al igual que los responsables de las empresas públicas responsables de los pagos esperan cobrar su nómina al final de mes por sus servicios. Pero éstos, en demasiadas ocasiones, olvidan lo primero y retienen facturas con peregrinas excusas que en la mayoría de las ocasiones son absorbidas por la elasticidad de la tesorería de las empresas.

Pero cuando ni siquiera te ponen esas tramposas excusas, la sensación de que te toman el pelo es cada vez mayor y te dan ganas de hacer barbaridades. Al menos yo me las plantearía.

Sin embargo BIOCAPAX es diferente. Pero lejos de ir a la prensa, contar que "desde 2009" le deben las facturas por el mantenimiento y el alojamiento de la web del hospital de Jerez y se las deben porque alguien ha decidido no pagarselas sin mediar explicación alguna, ha decidido iniciar una Campaña para que todos aquellos que estén en su situación consigan que la administración pública cumpla con los compromisos de pago, esos mismos que exige a los demás cuando es la acreedora.

Obviamente ha utilizado la web del hospital de Jerez como plataforma (por algo es suya mientras no le paguen) pero sin cortar los servicios para los usuarios que accedan a ella.

Puedes ver la explicación en su blog. Y si te parece bien, ya sabes, mueve el hashtag #meJODEquenoPAGUEN.

En fin, que hay cosas que nunca podré entender de esta administración pública, que por un lado llena documentos hablando de la colaboración necesaria con empresas y por otro lado empobrece a esas mismas empresas financiandose indirectamente al no pagarle las facturas.



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